La expansión del espíritu, la exigencia indestructible de la libertad, de justicia y de verdad, ha destrozado el telón de acero.
Benedicto XVI
Quiero cantar a la libertad.
Amaia Montero
No os preguntéis como sobreviviré sin mi esclavo, preguntad a mi esclavo como sobrevivirá sin mí.
Diógenes
Mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado.
Emiliano Zapata
La alienación intelectual es una creación de la sociedad burguesa. Yo llamo sociedad burguesa a toda sociedad que se esclerotiza en unas formas determinadas, prohibiendo toda evolución, toda marcha, todo progreso y todo descubrimiento.
Frantz Fanon
Consideraba los libros un poco como los pájaros y no quería verlos quietos o enjaulados, decía que se entristecían.
Italo Calvino
La capacidad humana es infinita, lo necesario para materializarla es la determinación.
Jorge González Moore
La castidad, en la que antaño veía una superstición que debía combatirse, le parecía ahora una de las caras de la serenidad: saboreaba ese frío conocimiento que uno tiene de los seres cuando ya no los desea.
Marguerite Yourcenar
Siente el pensamiento.
Miguel de Unamuno
Sólo hay una clase de la sociedad que piensa más en el dinero que los ricos, y son los pobres. Los pobres no pueden pensar en otra cosa. En eso consiste la desgracia de ser pobre.
Oscar Wilde
Hay probabilidad de que ocurran cosas inesperadas en cada segundo de nuestra frágil existencia.
Paulo Coelho
Lo bueno del vino es que durante dos horas los problemas son de otros.
Pedro Ruiz
Hay lugares en donde no se odia a la Policía, comisario. Pero en esos lugares usted no sería policía.
Raymond Chandler
No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho.
Séneca
No fuimos creados para morir, sino que morimos por nuestro pecado. Nos perdió nuestro libre albedrío; y hemos quedado esclavizados, los que éramos libres; por el pecado hemos sido vendidos.
Taciano
Como primer plato se sirvió un pescado extraído de un arroyuelo que corría sobre arena dorada, al pie de una colina bastante alta. El pescado era asado a medida que lo iban capturando y se sazonaba luego con finas hierbas del monte Sina; ya que en la mansión del Emir todo era tan piadoso como excelente.
William Beckford