No basta trabajar, es preciso agotarse todos los días en el trabajo.
Auguste Rodin
La similitud de los mensajes destinados a las masas cuidadosamente pensados, así como la ausencia de una interacción genuina, socavan y corroen al individualismo.
Al Gore
Sólo puede entender los problemas de la Bolsa el que los ha vivido con su propia experiencia.
André Kostolany
Es poderosísima la fuerza de la costumbre para hacer no sólo tratables, pero dulces, las mayores asperezas.
Benito Jerónimo Feijoó
Los latinoamericanos no debemos ser conducidos a falsos enfrentamientos.
Cristina Fernández De Kirchner
La ley es la organización del derecho natural de legítima defensa: es la sustitución de la fuerza colectiva a las fuerzas individuales, para actuar en el campo restringido en que éstas tienen el derecho de hacerlo, para garantizar a las personas, sus libertades, sus propiedades y para mantener a cada uno en su derecho, para hacer reinar para todos la justicia.
Frédéric Bastiat
Me hablas de trabajo. Si, trabaja, enamórate del arte. De todas las mentiras existentes, quizás sea ésta la menos embustera. Trata de enamorarte de él con un amor exclusivo, ardiente, fiel. No te fallará.
Gustave Flaubert
La libertad es aquella facultad que aumenta la utilidad de todas las demás facultades.
Immanuel Kant
Creer es fácil, burlarse es simple, tener fe, es más difícil.
Louis L'Amour
Los verdaderos amigos se tienen que enfadar de vez en cuando.
Louis Pasteur
Uno puede estar dispuesto a morir por una idea equivocada, pero no por una mentira.
Lucas Leys
Mi ego sólo necesita una buena sección rítmica.
Miles Davis
El ser alienado no procura un mundo auténtico. Esto provoca una nostalgia: desea otro país y lamenta haber nacido en el suyo. Tiene vergüenza de su realidad.
Paulo Freire
Desear el bien a una mujer ¿Es desear el mal a su marido?
Pierre-Augustin de Beaumarchais
¿Por qué cuando vamos a pedir los gemelos de teatro al compañero de palco es cuando él se los lleva a los ojos? Porque ha visto a la misma mujer.
Ramón Gómez de la Serna
Ruego al Diablo y a su más alto dignatario acojan esta suerte de blasfemia como se acoge un mal, una epidemia, que acaba con esclavo y propietario.
Reinaldo Arenas