Tanto prevalece la salud por sobre todos los bienes exteriores que probablemente un mendigo sano sea más feliz que un rey enfermo.
Arthur Schopenhauer
Cuando se alza un poder ilegítimo, para legitimarlo basta reconocerlo.
Anatole France
Puesto que Dios es causa de sí mismo, basta con que lo demostremos por sí mismo.
Baruch Spinoza
Odio... es una palabra demasiado fuerte que no debe usarse a la ligera. Sí, puede que mi padre no abrigase un sentimiento de excesivo cariño por Johannes, pero, si hubiesen tenido tiempo, estoy seguro de que Dios habría intervenido. Los hermanos no deben estar enfrentados.
Camilla Läckberg
Ninguna nación mantiene su palabra. Una nación es un gran gusano ciego.
Carl Gustav Jung
Eran verdes como un mar, con reflejos de alto cielo. ¡Qué bien sabían mirar! Unos ojos que recuerdo.
Concha Méndez
Me gusta reunirme con vosotros y también leer vuestros artículos. Ahí descubro que se me atribuyen frases geniales que jamás he dicho ni pensado.
Enzo Ferrari
Es una victoria de mierda y la nuestra una derrota de coraje.
Hugo Chávez
Si esto no es posible en el marco de España, es normal que nos busquemos la vida en otro marco, en el marco directamente europeo.
Josep-Lluís Carod-Rovira
No hay mujer tan alta que no huelgue ser mirada, aunque el hombre sea muy bajo.
Mateo Alemán
Con Allende está lo bueno del pasado, lo mejor del presente y todo el futuro.
Pablo Neruda
Compañeros de armas y señores. No crean ustedes que el que les va a hablar es un filósofo, soy un hombre de pueblo, pero ustedes comprenderán que estos hombres cuando hablan, hablan con el corazón.
Pancho Villa
No está bien que los padres peguen, humillen, priven o abandonen a sus hijos, porque es espantoso que una persona grande y fuerte haga estas cosas a otra pequeña e indefensa.
Steven Pinker
El que te engaña en el juego, te engañará dondequiera.
Thomas Fuller
Hacer un mundo en seis días, para contemplar sus imperfecciones tantas eras.
Valeriu Butulescu
La utilidad de los libros es que inspiran y ayudan al hombre para entender y descifrar su propio corazón.
Vicente Ferrer