Frase de Arthur Rimbaud

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Une porte claqua, et, sur la place du hameau, l'enfant tourna ses bras, compris des girouttes et des coqs des clochers de partout, so... - Arthur Rimbaud

Une porte claqua, et, sur la place du hameau, l'enfant tourna ses bras, compris des girouttes et des coqs des clochers de partout, sous l'éclatante giboulée.

Arthur Rimbaud

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Explorar Frases

Prefiero tener un hijo maricón, que un presunto ladrón.

Belen Esteban

No ha sido el vino - murmuró con voz quebrada Mr. Snodgras - Fue el salmón.

Charles Dickens

Quiero agradecer mi premio a la señora que me ha atendido en los lavabos, a las azafatas, los acomodadores, el cajero que corta la entrada... y a mi mano derecha.

Fernando Arrabal

Cuando discutimos de algún asunto la razón no la tiene quien más grita sino el que es capaz de enlazar sus argumentos de modo adecuado.

Fernando Savater

Matarse por no morir es ser igualmente necio y cobarde.

Francisco de Quevedo

¿A quien le quiero mentir?, si soy un hijo de p...

Gastón Gaudio

Cuando el desarrollo del capital de un país se convierte en un subproducto de las actividades de un casino, es probable que el trabajo se haya hecho mal.

John Maynard Keynes

Así es como alguien, sin saberlo, llega a mostrarte irrefutablemente un camino que por su parte sería incapaz de seguir.

Julio Cortázar

Cada nueva esperanza que sentimos nos hace ver de manera distinta el pasado.

Luis Rosales

Desearía no sentir vergüenza. Me gustaría ser una descarada. Me gustaría ser ignorante. Entonces no sabría lo ignorante que soy.

Margaret Atwood

Esta es la última vez que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós.

Miguel Angel Granados Chapa

La cultura es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir.

Milan Kundera

Desagradecido es el que agradeciendo tiene ojo a otro segundo beneficio.

Séneca

El espectáculo de la belleza basta tal vez para adormecer en nosotros, tristes mortales, todos los dolores.

Ugo Foscolo

Mis sufrimientos, la ruda vida que había llevado, y el contacto durante cinco años con los seres depravados y envilecidos que me rodeaban; no habían podido degradar mi carácter ni destruir mi distinción natural.

Vizconde de Ponson du Terrail