El amor que no es todo dolor, no es todo amor.
Antonio Porchia
Asumí un compromiso solemne: ser el primer soldado de la Patria.
Álvaro Uribe Vélez
La cara es el espejo del alma, y los ojos son sus intérpretes.
Cicerón
Mi caso es un poco especial porque yo nunca tuve ídolos en la infancia. Yo jugaba en el barrio con los colegas por puro placer. Yo solo quería jugar, manejar la pelota, marcar goles.
Cristiano Ronaldo
La unión simbiótica tiene su patrón biológico en la relación entre la madre embarazada y el feto. Son dos y, sin embargo, uno solo. Viven juntos (sym-biosis), se necesitan mutuamente.
Erich Fromm
El inútil apremio de la hormiga atareada, y al fin de tanto esfuerzo, de tanto afán prolijo, ni un gran libro, ni un árbol que dé sombra, ni un hijo. La tristeza, el trabajo y el amor para nada.
Ezequiel Martínez Estrada
La superioridad física era una cualidad ridícula comparada con la capacidad de influir en las convicciones.
Fernando Trujillo Sanz
El genio de la oración parece purificar y suavizar los toscos rasgos de la cara y hace que ésta resplandezca.
Honoré de Balzac
Ved de cuán poco valor son las cosas tras que andamos y corremos, que, en este mundo traidor aun primero que miramos las perdemos.
Jorge Manrique
El primer francés que se comió un caracol no era, ciertamente, un epicúreo, sino un hambriento.
Julio Camba
Finalmente me metí el dedo índice en la boca y empecé a chuparlo. Algo comenzó a moverse en mi cerebro, un pensamiento que se iba abriendo camino allí dentro, un invento completamente loco: ¿Y si lo mordiera? Y sin pensarlo ni un instante cerré los ojos y apreté los dientes.
Knut Hamsun
La mayoría de la gente son corderos y nosotros somos leones.
Matthew McConaughey
Largos goces iniciados, caricias no terminadas, como si aun no se supiera en qué lugar de los cuerpos el acariciar se acaba, y anduviéramos buscándolo, en lento encanto, sin ansia.
Pedro Salinas
Él no quería ir al médico. No noto nada. No me duele nada. Y entretanto los ganglios linfáticos ya tenían el tamaño de un huevo de gallina. Le metí a la fuerza en un coche y lo llevé a la clínica. Lo mandaron al oncólogo. Un médico lo examinó, llamó a otro. Mira, otro de Chernóbil. Y ya no lo dejaron marchar.
Svetlana Alexijevich
Las lágrimas que se vierten por las personas que nos fueron queridas, son saludables y aceptas al cielo, y avezan el alma a no olvidarse fácilmente de las virtudes y sagrada imagen de los muertos.
Ugo Foscolo
Ahora envolveré mi angustia en el pañuelo que siempre llevo en el bolsillo. Y la angustia quedará.
Virginia Woolf