Fue a la vera del mar, a medianoche. Supe que estaba Dios, y que la arena y tú y el mar y yo y la luna éramos Dios. Y lo adoré.
Antonio Gala
La gloria del hombre reside en la rectitud y el buen uso de su voluntad; y la gloria de la inteligencia es servir al triunfo del principio moral.
Alexandre Vinet
El gobierno no se ha hecho para la comodidad y el placer de los que gobiernan.
Conde de Mirabeau
Las mariposas tienden sus alas temblorosas y en alegría loca de luces y colores, ebrias de amor expiran en tálamos de flores... ¡Hay vidas que se acaban como esas mariposas!
Francisco Villaespesa
El único vicio que no puede perdonarse es la hipocresía. El arrepentimiento del hipócrita es de por sí una hipocresía.
Henry Hazlitt
El que obtiene lo que es suficiente no debe desear más.
Horacio
Eres rey si gobiernas justamente, si no lo haces, no eres.
Isidoro de Sevilla
Las mujeres perdonan alguna vez al que las ha engañado, pero nunca al que no han podido engañar.
Jacinto Benavente
Todo escritor, por el hecho de serlo, ya está comprometido: o comprometido en una religión, o comprometido en una ideología político-social, o comprometido en una traición a su pueblo, o comprometido en una indiferencia o sonambulismo individual, culpable o no culpable.
Leopoldo Marechal
En todos los lugares del mundo moderno hay abandono, la necesidad de ser reconocidos, que no está satisfecha. El arte es una forma de reconocerse a uno mismo, razón por la cual, siempre será moderno.
Louise Bourgeois
Una democracia moderna es una tiranía cuyas fronteras no están definidas.
Norman Mailer
De nada sirve un corazón, si debo ocultar sus latidos para quedar bien con la razón.
Roque Valero
Nada me inspira más veneración y asombro que un anciano que sabe cambiar de opinión.
Santiago Ramón y Cajal
Se conoce quién es caritativo por caminos totalmente distintos de las suscripciones benéficas.
Sidney Smith
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba, como en tu rostro y en tus acciones vía que con palabras no te persuadía, que el corazón me vieses deseaba.
Sor Juana Inés de la Cruz
Si yo hubiera servido a mi Dios con la mitad del celo que a mi rey, no me hubiera dejado, a mis años, desnudo en medio de mis enemigos.
William Shakespeare