Los abogados de nota saben bien el Derecho civil, que es el derecho de los ricos, pero no saben el Derecho penal, que es el derecho de los pobres.
Antonio Cánovas del Castillo
Las proposiciones matemáticas, en cuanto tienen que ver con la realidad, no son ciertas; y en cuanto que son ciertas, no tienen nada que ver con la realidad.
Albert Einstein
El mundo corporal no pasa de ser secundario; podría dejar de existir, o no haber existido nunca, sin que se alterase la esencia del mundo espiritista.
Allan Kardec
Las academias que se forman a cargo del Estado se instituyen no tanto para cultivar las mentes, cuanto para embridarlas.
Baruch Spinoza
En ciencia hay que estar siempre atentos al hecho de que existen velos humanos que ocultan la oscuridad abismal de lo desconocido.
Carl Gustav Jung
Odiar es un talento que se aprende con los años.
Carlos Ruiz Zafón
No creía que nadie pudiera merecerte, pero parece que me equivocaba.
Donald Sutherland
La cura para el aburrimiento es la curiosidad. No existe cura para la curiosidad.
Dorothy Parker
Coge las rosas mientras están florecidas; mañana ya no es hoy.
Johann Wilhelm Ludwig Gleim
Vivir solo es lo peor que te puede pasar.
Josh Gad
La pequeña explotación dispersa y aislada ata a los trabajadores al lugar en que residen, los desliga, no les permite adquirir conciencia de su solaridad de clase, no les permite unirse después de haber comprendido que la causa de su opresión no es esta o la otra persona, sino todo el sistema económico.
Lenin
No tuve suerte. Me lo merecía.
Margaret Thatcher
La amistad no es algo que usted aprende en la escuela. Pero si usted no ha aprendido el significado de amistad, usted realmente no ha aprendido nada.
Muhammad Ali
La educación pública no puede dar buenos resultados sino con la condición de que sea la familia quien la prepare, la sostenga y la complete.
Octave Gréard
El tiempo es la distancia más larga entre dos lugares.
Tennessee Williams
Cada palabra que sale de su boca es tan redonda y apetitosa que, cuando le escucho, me hace pensar en panecillos calientes.
Thomas Mann