Los orígenes de las ciencias, y particularmente los de la astronomía, son una historia maravillosa; mucho más maravillosa que la de los orígenes de la literatura. De hecho, los de la literatura ni siquiera pueden ser objeto de historia. Están más allá; están en la noche de los tiempos. La humanidad hizo literatura desde que comenzó a hablar, muchísimos milenios antes de inventar la escritura.