A la gente le encanta hablar de sus enfermedades, a pesar de que son las cosas menos interesantes de sus vidas.
Antón Chéjov
Si los muralistas tenían una personalidad tan imponente como sería Vasconcelos que había podido reunir a su alrededor intelectuales de primera línea.
Carlos Pellicer Cámara
Reglanúmero uno de la supervivencia: jamás hay que decir lo que uno piensa realmente.
Edward Rutherfurd
La cosa más espantosa, es una hoja de papel en blanco.
Ernest Hemingway
No son nuestros libros lo que sobreviven, sino nuestras pobres vidas, las que subsisten en las historias que narramos en ellos.
François Mauriac
Mi piel está grabada con tus señales y no hay viento ni agua que pueda lavarlas sin dejar mi nombre borroso, desteñido y sin sonrisa.
Gioconda Belli
Tan peligrosa es la mocedad por sus excesos como la vejez por sus ataques.
Juan Rulfo
Un número infinito de monos tecleando en GNU emacs nunca escribirían un buen programa.
Linus Torvalds
Se me ordena que me rinda al Señor de los Mundos. Es él quien te creó del polvo...
Mahoma
La libertad está en ser dueños de la propia vida.
Platón
Y ya no digo lo que pienso, porque sólo pienso en ti.
Ramón Melendi
Gaviota, gaviota, blancura del lirio, aire y bailarina, gaviota de asombro.
Silvio Rodríguez
Reímos y reiremos; porque la seriedad fue siempre amiga de los impostores.
Ugo Foscolo
La muerte como final de tiempo que se vive sólo puede causar pavor a quien no sabe llenar el tiempo que le es dado a vivir.
Viktor Frankl
A menudo, cuando, acostado, me encuentro pensativo, brillan resplandores que iluminan mi ojo interior - bendita gracia de la soledad -, y entonces mi corazón se llena de placer y danza al compás de los narcisos.
William Wordsworth
Nunca odié a un hombre lo suficiente como para devolverle sus diamantes.
Zsa Zsa Gabor