Vive sin dignidad aquel cuya vida no sostiene la de otro semejante.
Anónimo
La maldad no es algo sobrehumano, es algo menos que humano.
Agatha Christie
Cuando escuché por primera vez el hip-hop, pensé que era basura porque no entendía el concepto de la gente hablando sobre la música.
Akon
..., una vez destruido el Estado de los hebreos, la religión revelada dejó de tener fuerza de derecho.
Baruch Spinoza
La adulación es una puerta muy ancha para el favor; pero ningún ánimo noble puede entrar por ella, porque es muy baja.
Benito Jerónimo Feijoó
Recuerda que poca gente puede obligarte a hacer cosas que no quieres, pero tu amígdala sí puede.
Elsa Punset
No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Federico García Lorca
Los pecados escriben la historia, el bien es silencioso.
Goethe
Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen.
Jesús de Nazaret
No hay nada ni nadie que no pueda enseñarnos algo.
José María Gironella
Mi verdadero terror es que se haga realidad la ficción, donde, en una sociedad de bárbaros polarizada, los ricos se parapetan detrás de alambre de púa, rejas de a lta tensión, muros con astillas de vidrio y vigilantes armados, mientras que alrededor, en medio de paisajes pesadillescos, los marginados vagabundean y roban.
Manfred Max-Neef
De fútbol es muy poca la gente que entiende, pero es mucha la gente que opina. Entonces, cuando uno explica las situaciones que no dejan que un grupo triunfe, siempre les parece insuficiente el mensaje y siempre creen que en el mensaje hay un contenido encubierto.
Marcelo Bielsa
La vanidad el alardeo, son una actitud de espiritualidad mundana, que es el peor pecado de la Iglesia.
Papa Francisco
El que se lanza a peligros innecesarios muere mártir del demonio.
Thomas Fuller
Comprendí en seguida de una forma vivida, que ningún sueño, por horrible que fuera, podía ser tan malo como la realidad del campo que nos rodeaba y a la que estaba a punto de devolverle.
Viktor Frankl
Una mujer le dijo a mi conocido polaco que varios hombres de la Gestapo habían entrado en la maternidad judía, se habían llevado a los recién nacidos, los habían puesto en un saco, habían salido y los habían echado a un coche fúnebre. Los malvados no se conmovieron con el llanto de los niños ni con las quejas desgarradoras de las madres. Aunque casi no se pueda creer, fue así.
Wladyslaw Szpilman