Muchos usuarios comparan sus ordenadores con su televisor. Ambos están llenos de mágicos componentes electrónicos y tienen grandes pantallas. La mayoría tienen un concepto implícito de televisor: 1- compras uno; 2- lo enchufas; 3- funciona perfectamente sin fallos durante los siguientes 10 años. Esperan que ocurra lo mismo con los ordenadores y, cuando no es así, se frustran.