Bill Clinton, el autor del refrán Por la boca muere el pez... el pez gordo.
Andreu Buenafuente
El buen gusto consiste en no insistir, todo el mundo lo sabe.
Albert Camus
Cuanto más viejo me hago más desconfío de la creencia general de que la vejez trae sabiduría.
H. L. Mencken
Los fanáticos tienen sus ensueños, con los que forjan un paraíso para su secta.
John Keats
La revolución debió estallar en casi la totalidad de la república; pero halagado por la idea de que triunfara sin la más mínima efusión de sangre, si fuera posible, habíamos preferido que solo aquí tuviera lugar, creyendo que la situación que alcanzara determinaría la suerte de toda la república.
Leandro Alem
Un poco de cielo y un poco de lago donde pesca estrellas el glácil bambú, y al fondo del parque, como íntimo halago, la noche que mira como miras tú.
Leopoldo Lugones
La sabiduría no tiene pasiones. Kierkegaard llama a la fe, por el contrario, una pasión.
Ludwig Wittgenstein
La fe religiosa y la superstición son muy diferentes. Una surge del temor y es una especia de falsa ciencia. La otra es un confiar.
El brazo del universo moral es largo, pero se dobla hacia la justicia.
Martin Luther King
La verdad es dueña sobre nosotros, no somos nosotros dueños sobre la verdad.
Mihai Eminescu
A veces, una tarde cualquiera, la dulzura se instala en las palabras.
Miquel Martí i Pol
Aquí, en fin, la cortesía, el buen trato, la verdad, la firmeza, la lealtad, el honor, la bizarría, el crédito, la opinión, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y vida son caudal de pobres soldados; que en buena o mala fortuna la milicia no es más que una religión de hombres honrados.
Pedro Calderón de la Barca
Pide perdón a Dios y deja tus pesares en el pasado.
Rihanna
Vivimos sin saber que nuestros traumas gobiernan nuestra vida.
Sandra Barneda
Quienes de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno lo dan, con los buenos se juntan siempre y los favorecen y defienden.
Teresa de Jesús
El hombre puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad. O bien, en la dura lucha por la supervivencia, puede olvidar su dignidad humana y ser poco más que un animal, tal como nos ha recordado la psicología del prisionero en un campo de concentración.
Viktor Frankl