Y mientras la distancia que la separaba de la villa se reducía, pensaba que la vida se limitaba solo a dos opciones, divididas entre sí como un viejo tronco seccionado por el seco golpe del hacha más afilada: antes o después; delante y detrás; o tú o yo; seguir o retroceder; mejor odiar que amar, pero siempre, siempre, olvidar.