No hay ningún hombre en cuyo carnet de identidad figure, como profesión, sus labores.
Ana Diosdado
Si sigues llorando así no llegaremos nunca.
Armie Hammer
Pasar mucho tiempo en Twitter es insano.
Biz Stone
No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita.
Buda Gautama
Los que no deben a la mujer ni fortuna ni infortunio me parecen unos raros monstruos, cuyas turbias verdades he procurado inútilmente entender.
César González-Ruano
Estudiar el Budismo es estudiarse a si mismo. Estudiarse a si mismo es olvidarse de si mismo.
Dōgen Zenji
Creo que la verdad es perfecta para las matemáticas, la química, la filosofía, pero no para la vida. En la vida, la ilusión, la imaginación, el deseo, la espernaza, cuentan más.
Ernesto Sabato
Es falso que la pretensión a una recompensa no convenga a la verdadera virtud y que ofenda su pureza; pues, por el contrario, sirve para mantenerla, dado que el hombre es demasiado débil para desear la virtud con el fin de complacerse a sí mismo.
Giacomo Casanova
El dolor silencioso es el más funesto.
Jean Racine
Si por dos mangos vos vivís bajándote los pantalones, en algún momento te van a atropellar, porque cuando quieras dar dos pasos, te vas a caer de jeta.
Luis Juez
Toda ley que viole los derechos inalienables del hombre es esencialmente injusta y tiránica, no es una ley en absoluto.
Maximilien Robespierre
Tantos millones de hombres enterrados antes que nosotros nos animan a no temer al ir a encontrar tan buena compañía en el otro mundo.
Michel de Montaigne
La nada no tiene propiedades. Pienso, luego existo. Pero ¿Qué soy yo que pienso, mientras estoy pensando? ¿Soy un cuerpo, un espíritu, un hombre?
Nicolas Malebranche
Amarse a uno mismo es el principio de una historia de amor eterna.
Oscar Wilde
El carácter es como el acróstico o la estrofa alejandrina: puede leerse desde el principio, desde el final o en cruz: siempre dice lo mismo.
Ralph Waldo Emerson
Como el ave fénix, el socialismo que renace de cada pila de cenizas dejado día tras día, por los sueños humanos quemados y esperanzas carbonizadas.
Zygmunt Bauman