El futuro es ese periodo de tiempo en el que prosperan nuestros negocios, nuestros amigos son verdaderos y nuestra felicidad segura.
Ambrose Bierce
Cambie mi postura por que prefiero renunciar a una actitud intelectual irreal, que mantenerla en desmedro de los intereses del país.
Arturo Frondizi
¡Soy la mujer de las pelucas!
Celia Cruz
La violencia acostumbra a engendrar violencia.
Esquilo
Me dan pena los hombres. Tienen más problemas que las mujeres, ya que en primer lugar tienen que competir con nosotras.
Françoise Sagan
Haciendo el bien, nutrimos la planta divina de la humanidad; formando la belleza, esparcimos las semillas de lo divino.
Friedrich Schiller
El deber de los escritores no es conservar el lenguaje sino abrirle camino en la historia. Los gramáticos revientan de ira con nuestros desatinos pero los del siglo siguiente los recogen como genialidades de la lengua. De modo que tranquilos todos: no hay pleito. Nos vemos en el tercer milenio.
Gabriel García Márquez
El verdadero conocimiento de sí mismo haría generalmente muy modesto al individuo.
Gustave Le Bon
Los dictadores pueden reformar las leyes; pero no las costumbres.
Jacinto Benavente
El destino no es imaginable, excepto en los sueños o en el caso de los enamorados.
John Irving
Cuando las cosas no funcionan bien, una semana, o incluso un día, pueden parecernos interminables, porque las cosas no suceden como las habíamos planificado y no queremos estar ahí. Cuando nuestras expectativas no se ven satisfechas, nos sumimos en una lucha aparentemente interminable con las cosas que nos desagradan.
Jon Kabat-Zinn
Los sabios son en la tierra como las estrellas en el cielo.
José Heriberto García de Quevedo
La travesía de mil millas comienza con un paso.
Lao-Tse
Dejad esa tendencia de esperarlo todo de los gobernantes y grabad en vuestra conciencia la convicción de que este proceder rebaja el nivel moral de los pueblos.
Leandro Alem
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él emana vida.
Salomón
Así nacen siempre las guerras: de un juego con palabras peligrosas, de una superexcitación de las pasiones nacionales; y así también los crímenes políticos; ningún vicio y ninguna brutalidad en la tierra han vertido tanta sangre como la cobardía humana.
Stefan Zweig