Ni tu nombre ni el mío son gran cosa, sólo unas cuantas letras, un dibujo si los vemos escritos, un sonido si alguien pronuncia juntas esas letras. Por eso no comprendo muy bien lo que me pasa, por qué tiemblo o me asombro, por qué sonrío o me impaciento, por qué hago tonterías o me pongo tan triste si me salen al paso las letras de tu nombre.