Ni se estima en lo que vale de los pobres el consejo.
Alonso de Barros
La sinfonía sacra de los seres, los vientos, los bosques y las aguas, en el lenguaje mudo de tus ojos que, mirándome, hablan.
Almafuerte
Todos los mortales andan en busca de la felicidad, señal de que ninguno la tiene. Ninguno vive contento con su suerte.
Baltasar Gracián
Es innegable que las cosas sencillas son las que más conmueven los corazones profundos y los grandes entendimientos.
Fernán Caballero
A las personas no se lo podemos prohibir ¿Qué método es ése de prohibirle a la gente que fume?
Fidel Castro
Nuestra carne retrocede ante lo que le espanta y responde al estímulo de lo que desea por una simple acción refleja del sistema nervioso.
James Joyce
El perezoso inteligente siempre tiene grandes ambiciones, para justificar su propia pereza a su inteligencia.
John Fowles
No renegamos, propiamente, la herencia española; renegamos la herencia feudal.
José Carlos Mariátegui
Una mujer es la historia de sus actos y pensamientos, de sus células y neuronas, de sus heridas y entusiasmos, de sus amores y desamores.
Marcela Serrano
Cierras la boca y los ojos, ¡y eres como la nada!
Najman de Breslev
Todo lo que tiende a favorecer la religión debe ser bienvenido, aun cuando se reconozca su falsedad; más aún conociendo la naturaleza humana.
Nicolás Maquiavelo
Con tu recuerdo, al hombro, mi rol específico, y como andando solo, en ti me identifico, fundo con tus cenizas una religión nueva.
Pablo de Rokha
Para que una intención sea moralmente buena, es menester que no sea interesada.
Paul Janet
En toda Latinoamérica, los estadios cumplen esta doble función: en tiempos de paz sirven como terreno de juego, y en tiempos de crisis se convierten en campos de concentración.
Ryszard Kapuściński
Tengo un problema con mi voz en los discos. Sin importar lo que cante, suena demasiado serio, muy diferente a lo que yo tengo en mi cabeza, eso me enloquece.
Thom Yorke
Vivo en un mundo, donde el hacer daño merece a menudo alabanzas, y el hacer bien se considera a veces como locura peligrosa.
William Shakespeare