El sueño se parecía mucho, de hecho, al clima de Vancouver: una especie de añoranza sombría, una tristeza lluviosa y etérea, un peso que orbitaba alrededor del corazón.
Alice Munro
El logro supremo es borrar la línea entre el trabajo y el juego.
Arnold J. Toynbee
Si no fuera un hecho de experiencia que los valores supremos residen en el Alma, la Psicología no me interesaría en lo mas mínimo, ya que el Alma no sería entonces mas que un miserable vapor.
Carl Gustav Jung
El futuro vendrá de un largo dolor y un largo silencio.
Cesare Pavese
Yo soy una de esas gentes que prefiere amar a que la amen. Pero uno tiene que dar las gracias porque la quieran.
Chavela Vargas
Un verdadero amigo es aquel que ignora tus fracasos y tolera tu éxito.
Doug Larson
Nunca dejes de ser lo que eres por agradar a los demás.
Frances Ondiviela
No creas que la única realidad es la que puedes ver.
Jessica Lange
El estado actual de nuestro conocimiento es siempre provisional y... debe haber, más allá de lo que se sabe, vastas regiones nuevas por descubrir.
Louis de Broglie
En la vida sólo importan dos cosas: el sexo, y la otra... no tiene importancia.
Marlene Dietrich
Indudablemente la época más feliz del matrimonio es la luna de miel; lo malo es que para repetirla, han de suceder cosas muy desagradables.
Noel Clarasó
Encontramos el coraje y la amistad al lado de quien cree en nosotros. Quien nos entiende puede transformarnos.
Paulo Coelho
Todavía conocemos relativamente poco acerca de la abundancia de la vida en los bosques tropicales. Sorprendentemente, sabemos más -mucho más- acerca de la superficie de la Luna.
Peter Hamilton Raven
El mérito para los snobs es hacer siempre descubrimientos. Así han llegado al dadaísmo, al cubismo y a otras estupideces semejantes.
Pío Baroja
Y en estas cuatro cosas -creencia en los espíritus, ignorancia de las causas segundas, devoción a lo que suscita el temor de los hombres y el tomar como presagio lo que es casual- consiste la semilla natural de la religión.
Thomas Hobbes
El buen predicador es el que sigue sus propios preceptos.
William Shakespeare