Si eres feliz, escóndete. No se puede andar cargado de joyas por un barrio de mendigos. No se puede pasear una felicidad como la tuya por un mundo de desgraciados.
Alejandro Casona
Hay una catedral descendente y un lago ascendente. Hay un pequeño carruaje abandonado en el soto, o bien bajando a toda prisa por el sendero, adornado con cintas. Hay una compañía de cómicos ambulantes, vestidos para la representación, divisados en el camino por entre la linde del bosque. Hay siempre, en fin, cuando se tiene hambre y sed, alguien que llega y os echa de allí.
Arthur Rimbaud
La amistad brilla más entre los iguales.
Cicerón
La razón es reina y señora de todas las cosas.
Nuestro sistema es la medida del absurdo, ya que tratamos al delincuente a la vez como un chico, de modo de tener derecho a castigarlo, y como un adulto, para poder negarle consuelo.
Claude Lévi-Strauss
Es la hora melancólica, indecisa, en que pueblan los sueños los espacios, y en los aires - con soplos de la brisa - levantan sus fantásticos palacios.
Gertrudis Gómez de Avellaneda
¿Por qué es tan difícil querer, siendo tan sumamente fácil desear? Porque en el deseo habla la impotencia, y en el querer la fuerza.
Gustav Adolf Lindner
No levante la espada sobre la cabeza de quien te ha pedido perdón.
Joaquim Machado de Assis
Desde que naces... Te drogan con la religión, el sexo y la televisión.
John Lennon
Sensibilidad e imaginación es base para ver, Ver base para apreciar, Apreciar base para resolver, y Resolver base para Actuar.
Juan Domingo Perón
Cuando anochece en el mar el graznido de los patos se aclara.
Matsuo Basho
Se puede reconocer siempre a las mujeres que tienen confianza en sus maridos: ¡parecen tan profundamente desdichadas!
Oscar Wilde
Si las íntimas preocupaciones de cada cual se leyeran escritas sobre su frente, !cuántos que causan envidia nos moverían lástima!.
Pietro Metastasio
No hay cambio de piel sin dolor.
Ricardo Guadalupe
El mayor vicio es cambiar de vicios.
Séneca
Todas las tragedias que se puedan imaginar confluyen en una sola y única tragedia: el paso del tiempo.
Simone Weil