Los tanques arden, los misiles explotan y los portaviones se hunden, pero las ideas, sobre todo cuando son brillantes y justas, no arden, ni explotan, ni se hunden, sino que acaban por imponerse y prevalecer a lo largo de los siglos, por lo que seguirán vigentes cuando de los que utilizaban esos tanques y esos misiles ya no quede ni el más leve recuerdo.