No hay ciencia alguna sin el conocimiento exacto de los lugares geográficos, de sus diferencias y de las causas de ello; los que no se preguntan por estas cosas, cometen un grave error.
Alberto Magno
La propaganda es el arte de convencer a otros de algo en lo que no se cree.
Abba Eban
Tales son las recompensas de las letras; tales son sus consuelos. Yo mismo, aun siguiendo de tan lejos a sus favorecidos adoradores, yo mismo he podido participar de sus beneficios, y saborearme con sus goces.
Andrés Bello
Yo soy el peligro.
Bryan Cranston
¿Por qué te lamentas sobre tus propios incendios y te alzas amenazante de tus propios escombros?
Carlos Izaguirre
Los vencedores siempre serán los jueces, y los derrotados los acusados.
Hermann Göring
A mí sus comentarios previos a la pelea no me influyeron. No me importan, siempre querré pegarle así de fuerte y siempre querré noquearla.
Holly Holm
Nuestras expectativas se torcieron y cambiaron. Cosas corrientes, como tener un empleo, formar una familia e ir a partidos de la liga de béisbol infantil las tardes bonitas de verano eran objetivos muy difíciles de conseguir. Así que los modificamos. Los revisamos. los redujimos y los reconsideramos.
John Katzenbach
Algunos errores... tienen consecuencias mayores que otros. Pero no dejes que sea esa noche lo que te defina.
Jojo Moyes
Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.
José Hierro
Una espera prolongada, tal como sucede en los consultorios médicos, induce a que se suelten las lenguas más pronto o más tarde, aflorando a la luz, aunque sea con una simple media palabra, las intenciones secretas.
José Saramago
El que todo lo juzga fácil encontrará la vida difícil.
Lao-Tse
Yo no he trabajado de ninguna manera en la fisión del átomo con la idea de producir.
Lise Meitner
Comer carne es digerir la agonía de otros seres vivos.
Marguerite Yourcenar
Si corres mucho es muy posible que te hundas en el pantano, si vas muy despacio es muy posible que te hundas en el pantano.
Miguel de Unamuno
Para vivir santamente bastaba con la sabiduría de los sacerdotes y la ignorancia popular, que proporciona una beatífica tranquilidad. ¿Para qué más? Así había permanecido el país durante los siglos más gloriosos de su historia.
Vicente Blasco Ibáñez