Me encantan los rostros que aparecen junto a la pasión de nuestra vida.
Albert Espinosa
La alegría es un arma superior al odio, las sonrisas más útiles, más feroces que los gestos de rabia y desaliento.
Almudena Grandes
No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás.
Benedicto XVI
Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga.
Denis Diderot
La literatura como el nacimiento a la vida, contenía en sí misma, su propia esencia, que no es otra cosa que la desaparición.
Enrique Vila-Matas
La cólera que se desfoga por la boca, no se desfoga por las manos.
Francisco de Quevedo
El feminismo triunfa gloriosamente fuera de España, donde las mujeres lo han reclamado como derecho y los hombres lo van otorgando como justicia. En España no triunfará, sino que se impondrá como deber a las mujeres, sin que ellas se levanten a pedirlo, por llamamiento de los hombres, convencidos de que han menester su ayuda para salvar a España.
Gregorio Martínez Sierra
Se llama matrimonio de conveniencia a un matrimonio entre personas que no se convienen en absoluto.
Jean-Baptiste Alphonse Karr
A los hombres no les mueve el mérito de la buena acción, si no lleva tras de sí el premio.
Ovidio
Sólo hay un bien causa y fundamento de la vida feliz: creer en uno mismo.
Séneca
La maestra nos dijo un día: Dibujad la radiación. Yo pinté como cae una lluvia amarilla. Y corre un río rojo...
Svetlana Alexijevich
Son necesarios cuarenta músculos para arrugar una frente, pero sólo quince para sonreír.
Swami Sivananda
Nunca masturbes a un cactus. Sólo lastimarás tu mano y los sentimientos del cactus.
Tré Cool
Afortunadamente, no respetamos la geometría. Somos iguales, pero no somos semejantes.
Valeriu Butulescu
La verdad mal intencionada es peor que la mentira.
William Blake
Estoy seguro de que incluso en la cámara de gas, cuando el fluido letal los estuviera ahogando y convirtiendo en terror la esperanza de sus corazones, el viejo doctor les susurraría en un último esfuerzo que todo estaba bien y que todo iba a salir bien, para ahorrar a sus pupilos, al menos, el miedo ante el paso de la vida a la muerte.
Wladyslaw Szpilman