No pienso nunca en el futuro porque llega muy pronto.
Albert Einstein
Todos insisten en su inocencia, a toda costa, aun si ello significa acusar al resto de la raza humana y aun al cielo.
Albert Camus
El día que me quieras endulzará sus cuerdas el pájaro cantor, florecerá la vida, no existirá el dolor.
Alfredo Le Pera
Los nombres propios designan fuerzas, acontecimientos, movimientos y móviles, vientos, tifones, enfermedades, lugares y momentos antes que personas. Los verbos en infinitivo designan devenires y acontecimientos que desbordan modas y tiempos.
Gilles Deleuze
La libido es desviada para que actúe de una manera socialmente útil, dentro de la cual el individuo trabaja para sí mismo sólo en tanto que trabaja para el aparato, y está comprometido en actividades que por lo general no coinciden con sus propias facultades y deseos.
Herbert Marcuse
No inviertas todo tu tiempo en un sólo esfuerzo, porque cada cosa requiere su tiempo.
Immanuel Kant
Agua de sol, cencerros de horizontes enlazaban la intensidad armónica de nuestros cuerpos claros y vigorosos, en plenitud de luces infinitas.
Jacobo Fijman
Aquellos que tratan separadamente la política y la moral, nunca entenderán ni la una ni la otra.
John Morley
Tal vez sólo me apropio los gestos, las palabras, los actos inherentes a la pequeña fracción de tiempo asignada a mi persona.
José Emilio Pacheco
Vendedores de humo.
José María García
A veces me siento desdichada, nada más que de no saber qué es lo que estoy echando de menos.
Mario Benedetti
Las habilidades es lo que te hacen rico, no las teorías.
Robert Kiyosaki
Para mí está fuera de duda que la dictadura del proletariado ha sido una necesidad histórica ineludible, igual que lo ha sido la violencia revolucionaria.
Santiago Carrillo
¡Me olvide un hombre en el horno!
Susana Gimenez
La droga pertenece al diablo, pues provoca la letargia, el estancamiento, la pasividad, el servilismo.
Thomas Mann
El juego debía de ser jugado y jugado al modo de ellos, aunque fueran ellos los que estipularan las reglas y los que contaran con toda la destreza. No importaba su ineptitud. Sí su honestidad. Se jugaba entero a esta creencia: que un hombre honesto no puede ser engañado, que la verdad, si el juego se jugaba hasta las últimas consecuencias conduciría a la verdad.
Ursula K. Le Guin