La única razón para que el tiempo exista es que no ocurra todo a la vez.
Albert Einstein
¿Se acuerdan de Cantinflas? Con ese bigotito, ese acento mexicano, los pantalones, siempre bajaditos... ¡Igualito que Aznar.
Andreu Buenafuente
Sé puro, diáfano y firme como un diamante, para que puedas ser valioso a los ojos de Dios.
Angelus Silesius
Mi universo son mis ojos y mis oídos. Todo lo demás son rumores.
Douglas Adams
Se puede ser más astuto que otro, pero no más astuto que todos los demás.
François de La Rochefoucauld
El tímpano, en general, se cura. Y si queda algún orificio, aunque uno se quede un poco sordo, siempre puede expulsar el humo del tabaco por el oído en cuestión, lo que constituye un éxito social.
John Burdon Sanderson Haldane
Prefiero tener una gran cantidad de talento y un poco de experiencia que mucha experiencia y un poco de talento.
John Wooden
El dolor en cambio es silencioso, solitario, implica aceptación, estar en contacto con lo que sentimos, con la carencia y con el vacío que dejó lo ausente.
Jorge Bucay
Las aptitudes no llegan a hacerse patentes a menos que tengamos la oportunidad de utilizarlas. La consecuencia, desde luego, es que puede que nunca descubramos nuestro verdadero Elemento. Depende mucho de las oportunidades que tenemos, de las que creamos, de si las aprovechamos y de cómo lo hacemos.
Ken Robinson
¡Porque así debe ser! Estrenémonos a morir a la sombra de las flores.
Kobayashi Issa
Todo acaba bien para todo el que sabe esperar.
León Tolstói
Si alguien dice que me proporcionó información secreta, el delito lo cometió él, no yo.
Mata Hari
¡Que se rompa el espejo en que se mira llenándose de orgullo tu hermosura!
Pierre de Ronsard
El desánimo no es más que una excusa de los imbéciles.
Pierre Veber
Como dijo Brad Steiger, los manicomios están llenos de gente que emprendió alegremente el estudio de lo oculto sin tener verdadero control sobre lo común y corriente.
Robert Anton Wilson
Se conocen infinitas clases de necios; la más deplorable es la de los parlanchines empeñados en demostrar que tienen talento.
Santiago Ramón y Cajal