Antes que ayudarnos a expandir nuestros horizontes, nuestra mente, la tecnología cada vez nos hace más fácil no pensar o delegar responsabilidades y obligaciones. Ahora filmamos y fotografiamos cada minuto de nuestras vidas, queremos estar entretenidos. No soportamos ni treinta segundos de introspección. Por eso nos entregamos con devoción a estos aparatos y tratamos de convencernos de que esta forma de vivir es la única que merece la pena.