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Su rostro desprendía algo como una sensación de sombría superioridad. A lo mejor era la expresión del sentimiento que queda cuando la autoestima de uno va siendo paulatinamente lastimada.
Yukio Mishima
La acción más pura y esencial logra retratar los valores de la vida y las cuestiones eternas de la humanidad con una profundidad mucho mayor que un esfuerzo humilde y constante.
Se trata, mas bien, de un vértigo mental, la conciencia de estar a punto perder el equilibro interno; era un impulso de suicidio, un impulso sutil y misterioso al que las personas se entregan muchas veces sin darse cuenta.
¿Por qué motivo estamos todos cargados con la obligación extraña de destruir todo, de cambiar todo, de confiar todo a las circunstancias?
Eres una chica piadosa. Tal vez esa ésas la causa por la que pareces gozar de una paz interior tan grande. Tan grande que me da miedo...
Se tiende a honrar a quien ha dedicado toda su vida a una única empresa, lo cual es justo, pero quien quema toda su vida en un fuego de artificio, que dura un instante, testimonia con mayor precisión y pureza los valores auténticos de la vida humana.
Necesitaba consolarme. A menudo acudía a unas veladas que tenía lugar en casa de un viejo amigo aun sabiendo que sólo me dejaban las heces de una charla vacía y un regusto amargo.
El arte pertenece a un sistema que siempre resulta inocente mientras que la acción política tiene como principio fundamental la responsabilidad. El problema es que la situación política moderna ha empezado actuar con la irresponsabilidad propia del arte.
En el mundo de sexo, no existe una felicidad única y establecida para todos.
Mi necesidad de transformar la realidad era una necesidad urgente, tan importante como las tres comidas diarias o dormir.
El valor esencial está precisamente en la capacidad de permanecer al acecho en las tinieblas de la muerte y la inquietud.
Cualquier hombre, por fascinante que pueda ser, acaba por convertirse en ridículo a causa de su deseo sexual.
Esperaba la muerte con una dulce esperanza. Como he mencionado más de una vez, el futuro presentaba una carga pesada para mí. Desde el principio me oprimía la idea de vida con todos los deberes que conllevaba.
Sentí entonces un gozo que casi podría definir como terror. Ésa ha sido, desde entonces, la actitud con la que me he enfrentado a la vida: querer escapar de todo lo esperado con excesivas ansias, de todo lo que previamente había adornado exageradamente con mis fantasías.
En realidad lo que estaba experimentando era la fatiga corrosiva de la negligencia, de la disipación, de una pereza corrompida y de una vida sin futuro posible.
A veces creo que la histeria no es otra cosa que la conspiración del inconsciente, que intenta reproducir asépticamente el estado físico de la excitación sexual sin el placer, acompañándolo de sufrimiento.
A veces, el ser humano encuentra más penoso divertirse que esforzarse.
En realidad, el matrimonio podía ser para mí algo de extrema importancia, de una importancia capaz de ponerme los pelos de punta...
El lapsus puede representar la causa fundamental de la represión.
Las mujeres: burbujas de jabón; el dinero: burbujas de jabón; la fama: burbujas de jabón. Los reflejos sobre las burbujas de jabón son el mundo en el que vivimos.
Mediante la observación microscópica y la proyección astronómica la flor de loto puede convertirse en la base de toda una teoría del universo y en un agente por medio del cual podemos percibir la verdad.
La urbanidad es como un juego. Pero se trata de un juego en el que se entrelazan complejas cuestiones de orgullo.
La mente humana es extraña, y aún repleta de aspectos opuestos y constractados, por sí misma tiende siempre al orden. Si no existiera ese deseo de orden, no podríamos hablar ni de conflictos ni de neurosis.
El vicio que ha perdido su brillo es cien veces más tedioso que la virtud que ha perdido su brillo.
¿Queréis tanto a la vida como para sacrificar la existencia del espíritu?
La edad promedio de un hombre en la Edad de Bronce era dieciocho años; en la era romana, veintidós. El paraíso debe haber sido hermoso entonces. Hoy debe ser terrible. Cuando un hombre llega a los cuarenta no tiene posibilidad de morir bellamente. Sin importar cuánto se esfuerce, morirá por deterioro. Debe obligarse a vivir.
¿Cómo es posible denominar "hombre de acción" a quien por su trabajo de presidente en una empresa hace ciento veinte llamadas telefónicas diarias para adelantarse a la competencia? ¿y es tal vez un hombre de acción el que recibe elogios porque aumenta las ganancias de su sociedad viajando a países subdesarrollados y estafando a sus habitantes? Por lo general, son estos vulgares despojos sociales los que reciben el apelativo de hombres de acción en nuestro tiempo.
Amar es buscar y ser buscado al mismo tiempo.
No acostumbro a dar mucha importancia a las palabras de los pacientes, porque si cuando se lamentan, yo intento calmarles, se lamentan aún más. Si por el contrario, como en este caso, dicen sentirse mejor y yo muestro mi satisfacción, acaban sintiéndose mal.
Las buenas maneras no presuponen la obediencia a la voluntad ajena.
A menudo, el hecho de expresarnos en un tono leve revela con mayor profundidad nuestras intenciones más autenticas.
Hay días en los que uno tiene la impresión de que los hombres viven como ratas y no siente el menor deseo de parecerse a ellos.
Los hombres usan máscaras para embellecerse. Pero a diferencia de la mujer, la decisión de embellecerse de un hombre siempre es un deseo de muerte.
Los jóvenes creen estúpidamente que lo que es nuevo para ellos debe serlo también para cualquier otro. Por mucho que abominen de los convencionalismos, están simplemente repitiendo lo que otros hicieron antes. La única diferencia es que la sociedad ya no se asombra tanto como antes de sus extravagancias y que para llamar la atención los jóvenes han de incurrir en exageraciones cada vez mayores.
Es bastante sencillo ver la vida carente de valores. De hecho, la gente con algo de sensibilidad no tiene dificultad en verla así.
En mi profesión existe una gran contradicción, que consiste en tratar racionalmente lo absolutamente indefinible e impalpable: la mente humana.
La belleza ha terminado por recurrir a la verborrea.
Nada me repugnaba más que el pensamiento de un vínculo entre la vida y la muerte. ¿Es que incluso un gato se esconde ante la proximidad de la muerte a fin de que nadie le vea morir?
La victoria siempre está al lado de la mediocridad.
Inicialmente, los enfermos creen conocer la causa de sus dolencias y justifican su visita al psiquiatra. Ellos se auto engañan a través de la valiente voluntad que les impulsa a venir. En la segunda visita ya se manifiesta el valor real de la voluntad y empiezan a entender la naturaleza incierta de esta.