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Un hombre que ha recibido una buena educación puede camuflar, con su inteligencia y su elocuencia, su pusilanimidad o su estupidez, que son su verdadera naturaleza.
Yamamoto Tsunetomo
Hay pocos problemas realmente importantes, solamente se presentan más de dos o tres en toda una existencia.
Bushido es la aceptación total de la vida, vivir incluso cuando ya no tenemos deseos de vivir. Esto se logra sabiendo morir en cada instante de nuestra vida, viviendo el instante, el aquí y ahora, sumido en el eterno presente, en vez de abandonar el campo de batalla cotidiano.
Para dar una opinión, primero uno ha de juzgar si la otra persona está en buena disposición para recibirla o no.
Reprender y corregir a alguien por sus errores es importante. Este acto esencialmente caritativo es la primera obligación del Samurái. Pero hay que esforzarse en hacerlo de la manera conveniente. En efecto, es fácil encontrar cualidades y defectos en la conducta del prójimo. También es igualmente fácil criticarlo.
La crítica sólo debe intervenir después de haber discernido si la persona la aceptará o no, después que uno se ha hecho amigo de ella, de haber compartido sus intereses y de haberse comportado de manera tal que nos concede su entera confianza para que tenga fe en nuestras palabras.
Cuando se ataca, no se ha de despreciar esperar el buen momento. Esperando el buen momento no se debe olvidar el ataque.
Es cierto que en todo arte es muy difícil aprender los puntos fuertes del maestro, pero en cambio, sus puntos débiles son imitados fácilmente. Estos no son, desde luego, de ninguna utilidad para sus discípulos.
La mejor actitud respecto a las palabras es no usarlas.
Hace falta una mentalidad de esclavo para comer en el plato empezado por otra persona.
Es más bien malo ser siempre perfecto en todas las cosas, porque entonces se tiene tendencia a olvidar que podemos cometer errores.
Una persona de poco conocimiento se da aires de sabio: es una cuestión de inexperiencia. Cuando se domina bien algo, no se destaca en nuestro comportamiento: una persona así es educada.
Se dice que la suerte que os es dada por otros es la más segura.
Es necesario saberse concentrar sobre una sola cosa. Todos los oficios deben ser ejercidos con concentración.
La perseverancia es todopoderosa.
La valentía es saber apretar los dientes.
Cuando el agua sube, el barco también. En otras palabras, frente a las dificultades, las facultades se agudizan.
Poniendo a alguien voluntariamente en una situación embarazosa no se hace nada constructivo.
Por esto un Samurái debe conocer sus debilidades y pasar su vida corrigiéndolas sin jamás tener el sentimiento de haber hecho ya lo suficiente. No debe, naturalmente, tener demasiada confianza pero tampoco sentirse inferior.
Cuando uno aprende a apreciar los puntos fuertes de los demás, cada persona puede volverse un maestro o en público.
Cuando un Samurái está constantemente dispuesto a morir, ha alcanzado la maestría de la Vía y puede dedicar, sin cesar, la vida entera al servicio de su señor.
La dignidad de un ser se mide por la impresión exterior que da. Hay dignidad en el esfuerzo y la asiduidad; en la serenidad y la discreción. Hay dignidad en la observación de las reglas y en la rectitud. También hay dignidad para apretar los dientes y mantener los ojos abiertos: todas estas actitudes son visibles desde el exterior. Lo que es capital es actuar siempre con dignidad y sinceridad.
Incluso si la casa, los muebles y todo el resto es destruido, no lo lamentaré porque son cosas que se pueden reemplazar.
El lenguaje militar emplea los términos de "Samurái ilustrado" y de "Samurái ignorante". Un Samurái que ha esperado tenerse que enfrentar con situaciones difíciles para aprender a salir de ellas no es ilustrado. Un Samurái que se preocupa por adelantado de todas las situaciones y soluciones posibles, es sabio. Será por lo tanto capaz de hacerle frente con brillantez cuando la ocasión se presente. No importa lo que ocurra, un Samurái ilustrado es aquel que se preocupa de los detalles de la acción, antes de la hora.
No se pueden llevar a cabo grandes hazañas cuando se está en una disposición anímica normal.
La inteligencia no es más que saber conversar de unas cosas y otras con los demás, consiguiendo con ello una sabiduría infinita.
Si deseáis perfeccionaros, la mejor manera de hacer es solicitar la opinión de los otros y buscar sus críticas. La mayor parte de las personas intentan perfeccionarse fiándose en su sola facultad de apreciación. El único resultado que consiguen es que no hacen progresos significativos... Los hombres que buscan las críticas de los demás son ya superiores a ellos.
Aunque una derrota parezca segura, lucha. Ninguna sabiduría o técnica tienen nada que ver en esto. Un hombre auténtico no piensa en la victoria o en la derrota. Al hacerlo, despertarás de tus sueños.
Mientras yo iba reflexionando al caminar, se me ocurrió que los seres humanos son unas extraordinarias e inteligentes marionetas articuladas. Aunque estén suspendidos por hilos, pueden saltar, caminar, hablar. ¡Cuán magníficamente están concebidos! Pero de aquí al próximo festival budista, pueden morir y venirnos a visitar bajo forma de espíritus. ¡Qué existencia más vana! La gente siempre parece olvidarlo.
Como dice el proverbio: "El pez no vive en el agua clara". Son las algas las que le permiten desarrollarse plenamente hasta su madurez.
Yo no conozco recetas para asegurar la victoria. Lo que yo sé es que hay que asir toda ocasión y no dejarla escapar jamás.
El Samurái debe obrar sin dudar, sin confesar el más mínimo cansancio ni el más mínimo desánimo hasta concluir su tarea.
Los jóvenes deben esforzarse en aumentar siempre su determinación y su valentía. Esto sólo podrá hacerse cuando la valentía esté enraizada en el corazón. Cuando el sable está roto, hay que atacar con las manos. Cuando las manos están amputadas, hay que servirse de los hombros. Cuando los hombros están cortados, hay que morder el cuello de diez o hasta de quince enemigo. Esto es realmente valentía.
Ganar primero, combatir después, lo que dicho en dos palabras es ganar antes. La riqueza del tiempo de paz es permitir la preparación marcial para el tiempo de guerra. Con quinientos aliados, se puede derrotar a una fuerza enemiga.
Si tuviésemos que relegar a cada hombre que hubiese cometido un error, probablemente no quedarían hombres de valía.
¿Cómo puedes esperar que alguien se convierta en una mejor persona si la avergüenzas?
Lo que debe ser dicho debería serlo siempre de la manera más concisa, lógica y clara posible.
Si disponemos nuestro corazón cada noche y cada mañana para vivir como si nuestro cuerpo ya estuviese muerto, hallaremos la libertad en la Senda.
Uno puede ser llamado en cualquier momento a librar una dura batalla; si se muere habiendo descuidado su pulcritud, se da muestra de una relajación general de las buenas costumbres y uno se expone al desprecio y al descuido del adversario. Esta es la razón por la cual los viejos y jóvenes Samuráis han aportado siempre un gran cuidado en su presentación.
Existe lo que se llama la actitud durante la tormenta. Cuando uno es sorprendido por una repentina tormenta, se puede o bien correr lo más aprisa posible o bien colocarse rápidamente bajo los aleros de las casas que bordean el camino. De todos modos nos mojaremos. Si uno ya estuviera preparado mentalmente a la idea de estar mojado, se estaría a fin de cuentas muy poco contrariado con la llegada de la lluvia. Se puede aplicar este principio con provecho en todas las situaciones.