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Romeo: Se ríe de las cicatrices quien nunca ha sentido una herida...
William Shakespeare
El hombre sin espíritu musical y que no se conmueve con la armonía de dulces sonidos, es capaz de todas las traiciones, insidias y latrocinios.
Ser o no ser: ése es el dilema.
Cuando las doncellas ruegan, los hombres otorgan con gesto de dioses.
Permite que tu discreción sea tu tutor: ajuste la acción a la palabra, y la palabra a la acción.
No tratéis de guiar al que pretende elegir por sí mismo su propio camino.
Ser honrado tal como anda el mundo, equivale a ser un hombre escogido entre diez mil.
Prefiero a un necio que me alegra a una experiencia que me amarga.
Oír con los ojos es una de las agudezas del amor.
Trata de no censurar, porque todos somos pecadores.
Si pudiera exaltar tus bellos ojos y en frescos versos detallar sus gracias, diría el porvenir: Miente el poeta, rasgos divinos son, no terrenales.
Si con dar un solo golpe se atajaran las consecuencias y el éxito fuera seguro..., yo me lanzaría de cabeza desde el escollo de la duda al mar de una existencia nueva.
Dos lindas bayas modeladas sobre el mismo tallo. Así es como dos cuerpos visibles, no teníamos más que un solo corazón.
Los males desesperados se alivian con remedios desesperados, o no tienen alivio.
La obligación de cada uno es con el Rey, pero el alma es sólo de uno mismo.
Es amor bien pobre el que puede evaluarse.
Los actos contra la naturaleza engendran disturbios contra la naturaleza.
El mal que hacen los hombres les sobrevive; el bien suele ir juntamente con sus huesos a la sepultura.
La naturaleza que ultraja su origen no tiene en sí freno que la sujete.
Es desdicha de las edades que los locos sirvan a los ciegos de lazarillos.
Ligerezas como el aire son para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las Sagradas Escrituras.
El que suprime veinte años de vida, suprime veinte años de estar temiendo la muerte.
Cuando éramos dichosos teníamos otros nombres.
Vale más permanecer inactivo que conquistarse un renombre brillante en ausencia del jefe a quien servimos.
Vivirás mientras alguien vea y sienta y esto pueda vivir y te dé vida.
La mente del hombre es de mármol; la de la mujer de cera.
La fortuna llega en algunos barcos que no son guiados.
El amor consuela como el resplandor del sol después de la lluvia.
Ignoro por qué capricho extraño puede el hombre robarse a sí propio el tesoro de la vida, cuando la vida, por sí misma, a cada instante corre a entregarse a la muerte.
Toda nube no engendra una tempestad.
Si crees que no puedo superar la fuerza de mi sexo, es que estas equivocado.
Mejor que con palabras la sinceridad se muestra con acciones.
Penséis lo que penséis, creo que no están de más las buenas palabras.
Si los hados quieren hacerme rey, lo harán sin que yo busque la corona.
El venenoso griterío de una mujer celosa resulta más mortífero que los colmillos de un perro rabioso.
Una buena conciencia vale mil espadas.
La mano que te hizo hermosa te hizo buena.
El hombre arruinado lee su condición en los ojos de los demás con tanta rapidez que él mismo siente su caída.
No confiéis en quien haya perdido la fe.
Si se quiere ascender por cuestas empinadas, es necesario al principio andar despacio.