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La fe comienza como un experimento y termina como una experiencia.
William Inge
El que come del fruto del árbol del conocimiento, siempre es arrojado de algún paraíso.
El juego es una enfermedad propia de bárbaros superficialmente civilizados.
La literatura llega a su apogeo cuando es mitad arte y mitad comercio.
Las cosas nunca salen ni tan bien ni tan mal como debieran en pura lógica.
El mejor momento para influir en el carácter de un niño es unos cien años antes de que haya nacido.
La corrupción de las democracias procede inmediatamente del hecho de que una clase social fija los impuestos, y otra los paga. De esta manera, el principio constitucional: ningún impuesto sin la representación oportuna, queda totalmente reducido a la nada.
La riqueza de un alma se mide por cuánto puede sentir; su pobreza por cuán poco.
La sabiduría del sabio no es más que sentido común en grado poco común.
Puede muy bien un hombre erigirse un trono de bayonetas, pero no podrá sentarse en él.