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Me sentí como un punk que hubiera salido a comprar una navaja automática y volviera a casa con una pequeña bomba de neutrones. Otra vez me estafaron, pensé, ¿De qué sirve una bomba de neutrones en una pelea callejera?
William Gibson
Y, por un instante, ella miró aquellos dulces ojos azules, y supo, con una instintiva certeza animal, que los desmesuradamente ricos ya no tenían nada de humanos.
Hay que tener cerca una cara que no cambie.
Hasta que abrieron los ojos, todos simultáneamente; las membranas se deslizaron hacia los lados y mostraron la extraña calma de los habitantes de la más oscura fosa oceánica.
El homo sapiens tiende al reconocimiento de pautas. Que es a la vez un don y una trampa.
Escuche -dijo Case-, es una IA, ¿Sabe? Inteligencia artificial. La música que ustedes oyeron probablemente se metió en los bancos de aquí y cocinó lo que pensaba que les gustaría...
Nada se quema. Ahora lo recuerdo. Los núcleos me dijeron que nuestras inteligencias han enloquecido. Con todos los millones que pagamos, hace tanto tiempo. Cuando la inteligencia artificial era sobre todo un concepto de vanguardia.
Los sueños se hicieron cada vez peores, y yo me decía que por lo menos algunos no eran más que sueños.
El tiempo es dinero, pero también el dinero es el dinero.
Supongo que no tengo prisa. Supongo que es tu espectáculo. Pero toda esta mierda, ¿Sabes?, se está haciendo un poco... Vieja. - Levantó el arma con ambas manos, apuntando al centro del escritorio, y apretó el gatillo.
Vaya mundo en el que vivimos, ¿Verdad? Pero podría ser peor, ¿Verdad? Así es -dije-, o peor aún, podría ser perfecto.
Clínicamente se emplea para atenuar la amnesia senil, pero la calle da su propio uso a las cosas.
Coretti no sabía vestirse. La ropa era un lenguaje y Coretti un tartamudo de la indumentaria.
Te voy a revelar un secreto profesional: puedes exorcizar todos esos fantasmas semióticos con la peor programación. Si a mí me quita de encima a los fanáticos de los ovnis, a ti te puede liberar de esos futuroides modernistas. Inténtalo.
Un atisbo de brutalidad destacaba la delicadeza de la mandíbula y la vitalidad de la sonrisa.
Una cuarta parte de la longitud de la curva de la bahía los separaba de las paredes del hotel en ruinas. Aquí la corriente era más fuerte, cada ola que rompía, una detonación.
Ella lo miró. - No hagas caso, cariño. Sólo ven conmigo, haz lo que yo te diga y no te pasará nada.
Es más fácil desear y conseguir la atención de decenas de millones de absolutos extraños que aceptar el cariño y la lealtad de las personas más próximas.
Ladrón, trabajaba para otros: ladrones más adinerados, patrones que proveían el exótico software requerido para atravesar los muros brillantes de los sistemas empresariales, abriendo ventanas hacia los ricos campos de la información.
El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto.
Para invocar a un demonio necesitas saber qué nombre tiene.
La lluvia lo despertó, una llovizna lenta; tenía los pies enredados en espirales de fibra óptica desechada. El mar de sonido de la vídeo galería caía sobre él, retrocedía, regresaba.
En los bunkers, todo aquel... Gran escándalo. Despilfarraron una buena porción de carne joven y patriótica para probar alguna nueva tecnología, conocían las defensas de los rusos, como se supo después, conocían los empos, armas de pulso magnético. Enviaron a esos chicos sin importarles nada, sólo para ver.
Los dientes le vibraron como diapasones dentro de sus cavidades, cada uno de ellos produciendo un tono perfecto, claro como el etanol.
El ciberespacio. Una alucinación consensual experimentada diariamente por billones de legítimos operadores, en todas las naciones, por niños a quienes se enseña altos conceptos matemáticos... Una representación gráfica de la información abstraída de los bancos de todos los ordenadores del sistema humano. Una complejidad inimaginable.
Wintermute era el cerebro de la colmena, el que tomaba las decisiones, el que hacía cambios en el mundo exterior. El Neuromante era la personalidad. El Neuromante era la inmortalidad.
La marea había dejado en la playa dibujos más delicados que los de cualquier jardinero de Tokio.
Entonces uno podía flotar y deslizarse a alta velocidad, totalmente comprometido pero también totalmente separado, y alrededor de uno, la danza de los negocios, la información interactuando, los datos hechos carne en el laberinto del mercado negro...
¿Qué te haría pensar eso? - preguntó, una contestación al azar, patética, pensó, que enmascaraba el terror que ahora sentía, que por fin se permitía sentir, y que era miedo a una pérdida de personalidad, de voluntad y dirección, miedo a amarlo como aún lo amaba.
En los bares que frecuentaba como vaquero estrella, la actitud distinguida implicaba un cierto y desafectado desdén por el cuerpo. El cuerpo era carne. Case cayó en la prisión de su propia carne.
Él es tan aburrido como largo el día, y el día es largo.
Fue, como si la ciudad, en su convulsión y su desgracia, hubiera generado espontánea y necesariamente ese minúsculo universo del alma, unas pocas ventanas intactas cegadas con pintura negra. Nadie quería ver la ciudad destrozada.
El futuro está ahí -se oye decir Cayce-, mirando atrás, hacia nosotros. Intentando dar sentido a la ficción en la que nos habremos convertido. Y, desde donde están, el pasado que tenemos detrás no se parecerá en nada al pasado que imaginamos ahora detrás de nosotros.
Los ojos se le habían transformado en huevos de cristal inestable que vibraban con una frecuencia de algo que llamaban lluvia y un ruido de trenes, haciendo brotar de golpe y entre zumbidos un bosque de espinas de cristal, finas como cabellos.
¿Habéis pensado alguna vez en la relación entre la paranoia clínica y el fenómeno de la conversión religiosa?
Pasó un mes antes de que la gestalt de drogas y tensión en la que él se movía convirtiera aquellos ojos perpetuamente asustados en pozos de reflexiva necesidad. Vio cómo ella se fragmentaba, se quebraba como un iceberg, y cómo los trozos se alejaban a la deriva, y por último vio la necesidad cruda, la hambrienta armadura de la adicción.
Tenemos un trato con el banco: ellos no sirven cerveza y nosotros no aceptamos cheques.
No tiene importancia -dijo Roland-. Tú vendrás con nosotros. Nos sentimos como en casa en situaciones de ambigüedad legal. Los tratados bajo los cuales opera el Registro nos permiten márgenes muy flexibles. Y nosotros creamos flexibilidad, en las situaciones en que se requiera. -La máscara de afabilidad había desaparecido de golpe: los ojos de Roland eran tan duros como los de Pierre.
Poder, en el mundo de Case, significaba poder empresarial. Los zaibatsu, las multinacionales que determinaban el rumbo de la historia humana, habían superado las viejas barreras. Vistas como organismos, habían conseguido una especie de inmortalidad.