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El humor es, sencillamente, una posición frente a la vida.
Wenceslao Fernández Flórez
El hijo de las largas convivencias desapasionadas es el tedio.
Una palabra rara es en una página como un adoquín levantado en una calle.
De cuanto se puede ver, hacer o pensar sobre la tierra, lo más prodigioso, lo más profundo, lo más grave es esto: vivir.
¡Extraño mundo éste del toreo! Como la muerte lo preside, a veces horripila y a veces emana de él una aleccionadora trascendencia. Nunca se podrá encontrar en el fútbol un tema de honda meditación. En el toreo, sí.
No hay amistad que valga comer langostino pasado.
La humanidad trabaja por horror al trabajo, por un afán tenaz y esperanzado de librarse de él.
Cuando los hombres buscan la diversidad viajan.
Prefiero un contable casado a tres contables enamorados.
Una novela es el escape de una angustia por la válvula de la fantasía.
Los niños son mendigos por intuición.
No debe leerse nunca a un mal escritor, ni aun para desdeñarlo. Siempre hay un grumo de tontería que se pega.
Para la muerte y para el amor, para las miserias que creemos grandezas, la Naturaleza tiene el mismo gesto dulce, la misma mirada candorosa de Volvoreta, la misma misteriosa tranquilidad.
La ciudad es un corral de hombres.
La condición de la vida es devorar lo que vive, y quien se sustraiga a ello, por ese sentimiento al que llaman ternura, sucumbe siempre.
Los pájaros volvieron. Ningún árbol tornó a pensar en convertirse en sillas y en trincheros. La fraga recuperó de golpe su alma ingenua, en la que toda la ciencia consiste en saber que de cuanto se puede ver, hacer o pensar sobre la tierra, lo más prodigioso, lo más profundo, lo más grave es esto: vivir.
No fue el cariño el que formó el hogar, sino el deseo, quien levantó sus muros, quien ideó ese poco de cárcel y ese poco de fortaleza que hay en cada casa, y también el que creó esa concreción admirable de vida que se basta a sí misma, esa síntesis suficiente de todo cuanto puede haber en el universo: un hombre y una mujer.
Hay que creer en la justicia porque si no sería todo más triste aún.
En la pesca hay un deportista, el hombre en la ribera, y otro deportista, la trucha en el agua.
El mar enseña más que la tierra y es más diverso.