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El que sólo es sabio lleva una vida triste.
Voltaire
Mal obedecer los labios cuando el corazón murmura.
Se ha pretendido en varios países que no le estaba permitido a un ciudadano salir de la nación en lo que el azar le había hecho nacer; el sentido de esta ley es visiblemente: este país es tan malo y está tan mal gobernado que prohibimos a cada individuo que salga, por miedo a que se vayan todos.
Los celos cuando son furiosos, producen más crímenes que el interés y la ambición.
Y el rico y el pobre, el débil y el fuerte sufren igual los dolores de la muerte.
Para conseguir la más pequeña fortuna, vale más decir cuatro palabras a la querida de un rey que escribir cien volúmenes.
La felicidad nos espera en algún sitio, a condición de que no, vayamos a buscarla.
Los hombres jamás sienten remordimiento de aquello que tienen costumbre de hacer.
La virtud se envilece cuando trata de justificarse a sí misma.
La superstición es a la religión lo que la astrología es a la astronomía, la hija loca de una madre cuerda.
La fortuna vende de ordinario a muy caro precio aquello mismo que creemos queda liberalmente.
No siempre podemos agradar, pero siempre podemos tratar de ser agradables.
El secreto de no hacerse fastidioso consiste en saber cuando detenerse.
La inquisición, como es sabido, es una invención admirable y sumamente cristiana para hacer al papa y a los monjes más poderosos y para convertir en hipócrita a todo un reino.
Lo esencial es estar bien consigo mismo.
La dicha no es más que sueño, y el dolor la realidad.
Un gran secreto del goce de la vida consiste en abandonar el placer, manteniendo así la posibilidad de volverlo a gozar.
Una palabra mal colocada estropea el más bello pensamiento.