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El amor es la más fuerte de las pasiones, porque ataca al mismo tiempo a la cabeza, al cuerpo y al corazón.
Voltaire
La mejor manera para hacer que la gente hable bien de ti es hacerlo bien.
Las lágrimas son el lenguaje silencioso del dolor.
Claro que el café es un veneno lento; hace cuarenta años que lo bebo.
Me voy acercando lentamente a ese momento en el que los filósofos y los imbéciles tienen el mismo destino.
Los errores históricos seducen a naciones enteras.
El primer rey fue un soldado afortunado; el que sirve bien a su patria no necesita antepasados.
La civilización no suprimió la barbarie; la perfeccionó e hizo más cruel y bárbara.
El hombre se precipita en el error con más rapidez que los ríos corren hacia el mar.
Las discusiones metafísicas se parecen a los globos llenos de aire; cuando revientan las vejigas, se observa cómo sale el aire y no queda nada.
No siempre depende de nosotros ser pobres; pero siempre depende de nosotros hacer respetar nuestra pobreza.
El que tiene miedo de la pobreza no es digno de ser rico.
Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable.
La naturaleza vuelve a los hombres elocuentes en las grandes pasiones y en los grandes intereses.
La religión y la moral ponen un freno a las energías de la naturaleza, pero no las destruyen. El borracho encerrado a medio jarro de sidra por cada comida, ya no se emborrachará, pero no por ello dejará de gustarle el vino.
Todos los hombres tienen iguales derechos a la libertad, a su prosperidad y a la protección de las leyes.
Había mucha más imaginación en la cabeza de Arquímedes que en la de Homero.
La vida es un juego de azar.
Los regalos del enemigo les parecían muy de temer.
Cuando el espíritu está abatido, es menester sacudirlo.
Los hombres están hechos de tal modo que quieren desde luego cometer el mal pero no quieren que se lo prediquen.
La historia no es otra cosa que un cuadro de todos los crímenes y desgracias.
Ser bueno solamente consigo mismo es ser bueno para nada.
El trabajo aleja tres grandes vicios: el aburrimiento, el vicio y la penuria.
El castigo de los delincuentes debería ser de alguna utilidad; cuando un hombre es colgado ya no es bueno para nada.
A los vivos les debemos respeto pero a los muertos solo les debemos la verdad.
Lo que es valioso no es nuevo, y lo que es nuevo no es valioso.
Fue preciso sucumbir a las supersticiones que, más que nosotros, son quienes gobiernan a las naciones.
La etimología es una ciencia donde las vocales nada son, y las consonantes, muy poca cosa.
Un rival desgraciado no es digno de odio.
Dígase lo que se diga, un bribón no es, con frecuencia, otra cosa que un necio.
Francia es quizá de todos los países el que más ha unido la crueldad con lo ridículo. No hay tribunal en Francia que no haya hecho quemar a muchos magos. Había en la antigua Roma locos que creían ser brujos, pero no encontraron bárbaros que los quemasen.
Las mujeres son como las veletas: sólo se quedan quietas cuando se oxidan.
El primero que comparó a la mujer con una flor, fue un poeta; el segundo, un imbécil.
El hombre ocioso sólo se ocupa en matar el tiempo, sin ver que el tiempo es quien nos mata.
Yo conozco al pueblo: cambia en un día. Derrocha pródigamente lo mismo su odio que su amor.
La duda no es una condición placentera pero la certeza es absurda.
El que después de vencer se venga, es indigno de la victoria.
Bien poco se ha perdido cuando queda la honra.
Si alguna vez ven saltar por la ventana a un banquero suizo, salten detrás. Seguro que hay algo que ganar.