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La ciencia es como la tierra; sólo se puede poseer un poco de ella.
Voltaire
Al venir al mundo uno llora y los demás se alegran, es necesario morir riendo y que los demás lloren.
Todas las antiguas historias, como decía uno de nuestros mejores ingenios, no son otra cosa que fábulas tácitamente aceptadas.
Lo superfluo, esa cosa tan necesaria.
La vacilación es el más vehemente indicio de la debilidad de carácter.
Todos sufrimos; pero hablar de eso nos consuela.
Sí, Platón, tienes razón: nuestra alma es inmortal. Un Dios es quien le habla, un Dios quien vive en ella. ¿De dónde procedería, si así no fuese, ese gran presentimiento, ese disgusto por los falsos bienes, ese horror a la nada?
Un proverbio no es una razón.
Apiadarse de la desdicha de los amigos está bien, pero socorrerlos está mejor.
Los médicos meten drogas que no conocen en un cuerpo que conocen todavía menos.
¡Cuán querida es de todos los corazones buenos su tierra natal!
Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado.
El que vive prudentemente, vive tristemente.
La pena tiene sus placeres, el peligro tiene sus encantos.
Una buena imitación es la más perfecta originalidad.
La idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás.
Una justicia llevada demasiado lejos puede transformarse en injusticia.
El último grado de perversidad es hacer servir las leyes para la injusticia.
Toda secta es una bandera de error. No hay sectas en la geometría.
Los amigos nos abandonan con demasiada facilidad, pero nuestros enemigos son implacables.
Suerte es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y fusionan.
El mayor infortunio del hombre de letras no es quizá el hecho de ser víctima de las intrigas y la envidia de sus colegas y el verse despreciado por lo hombres poderosos, sino el verse juzgado por los necios.
La mejor de todas las vidas es la de una ocupada soledad.
No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo.
El que revela el secreto de otros pasa por traidor; el que revela el propio secreto pasa por imbécil.
Amistad, don del cielo, deleite de las grandes almas; amistad, cosa que los reyes, que tanto se distinguen por su ingratitud, no tienen la dicha de conocer.
Lo que llamamos casualidad no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido.
El no ser bueno más que para sí, es no ser bueno para nada.
Las pasiones son los vientos que inflan las velas del navío. Algunas veces la hacen hundirse, pero sin ellas no podría navegar.
¿No es vergonzoso que los fanáticos muestren mucho interés y los sensatos ninguno?
El único placer de la vida en Ginebra es que allí cada cual puede morir como le dé la gana. Hay mucha gente decente que ni siquiera llama al cura.
No hay verdad que no haya sido perseguida al nacer.
Todo cuanto veo a mi alrededor está echando las simientes de una revolución que es inevitable, aunque yo no tendré el placer de verla. El relámpago está tan a la mano que puede surgir a la primera oportunidad y luego se oirá un trueno tremendo. Los jóvenes tienen suerte, pues han de ver cosas magníficas.
Las pasiones son al gusto lo que el hambre canina al apetito.
El placer es el objeto, el deber y el fin de todo ser racional.
El deseo de agradar es al espíritu lo que el adorno a la belleza.
Quien se venga después de la victoria es indigno de vencer.
¡Cuántas cosas extravagantes ha hecho decir el afán de decir cosas nuevas!.
Todos marchamos descarriados; el menos imprudente es aquel que más pronto llega a arrepentirse.
La virtud, estudio y la alegría son tres hermanos que no deben vivir separados.