Frases de Voltaire

Imágenes

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

También hay fanáticos que conservan la sangre fría, pertenecen a esa clase los jueces que sentencian a muerte a los que no han cometido más crimen que el de no pensar como ellos... Las leyes y la religión, en vez de ser para ellas (las costumbres humanas) un alimento saludable, se convierten en veneno en los cerebros infectados.

Yo, como don Quijote, me invento pasiones para ejercitarme.

Ingenio, superstición, ateísmo, mascaradas, versos, traiciones, devociones, venenos, asesinatos, unos cuantos grandes hombres, un número infinito de canallas hábiles y sin embargo desdichados: he aquí lo que fue Italia.

Nuestro peor enemigo es el aburrimiento.

Es necesario resolvernos a pagar durante nuestra vida algún tributo a la calumnia.

El arte de la guerra es como la medicina, siempre causando víctimas.

En la geometría no existen sectas.

El amor propio es el instrumento de nuestra conservación. Se asemeja al mecánico de la reproducción del género humano: es necesario, nos causa placer debemos ocultarlo.

Lo que usted afirma me parece disparatado, pero defendería con mi vida su derecho a decirlo.

El fanatismo es un monstruo que osa decirse hijo de la religión.

Los sistemas ejercitan el entendimiento, pero la fe lo ilumina y lo guía.

Una de las mayores desgracias de las personas honestas es que son cobardes.

El hombre actual ha nacido o bien para vivir entre las convulsiones de la inquietud, o bien en el letargo del aburrimiento.

Piense por usted mismo y otorgue a otros el privilegio de hacer lo mismo.

No hay quien comprenda mejor las verdades de la religión que los que han perdido la facultad de razonar.

El mundo me desasosiega, y no puedo concebir que este reloj exista sin relojero.

El fanatismo es a la superstición lo que el delirio es a la fiebre, lo que la rabia es a la cólera. El que tiene éxtasis, visiones, el que toma los sueños por realidades y sus imaginaciones por profecías es un fanático novicio de grandes esperanzas; podrá pronto llegar a matar por el amor de dios.

Un capuchino decía: ¡Qué sabio ha sido Dios poniendo la muerte después de la vida! Porque si la hubiera puesto antes, no hubiéramos tenido tiempo para hacer penitencias.

Hay que saber que no existe país sobre la tierra donde el amor no haya convertido a los amantes en poetas.

Yo me atengo a los libros antiguos, pues siempre me enseñan algo; de los nuevos aprendo muy poco.

El que sirve bien a su país no tiene necesidad de antepasados.

A vos os corresponde destruir al infame político que convierte al crimen en virtud. La palabra político significaba, en su origen primitivo, ciudadano; y hoy, gracias a nuestra perversidad, ha llegado a significar el que engaña a los ciudadanos. Devolvedle, Señor, su antiguo significado.

El miedo acompaña al crimen y es su castigo.

Todos estamos llenos de debilidades y errores; perdonémonos recíprocamente nuestras tonterías: es ésta la primera ley de la Naturaleza.

Debemos amar a nuestro país aunque nos trate injustamente.

La escritura es la pintura de la voz.

El pobre carece de libertad; en todas partes es un esclavo.

Todo lo que se escribe es bueno, salvo aquello que aburre.

Nunca ha habido gobierno perfecto porque los hombres tienen pasiones; si no tuviesen pasiones, no necesitarían gobierno.

Si los pobres empiezan a razonar todo está perdido.

Calumniad, calumniad que algo quedará.

Nos hallamos de acuerdo en dos o tres puntos que entendemos, y disputamos sobre dos o tres mil que no entendemos en manera alguna.

Mi vida es un combate.

La ocasión de hacer el mal se presenta cien veces al día, mientras que la oportunidad para hacer el bien sólo se ofrece una vez al año.

En la risa hay siempre una especie de alegría que es incompatible con el desprecio o la indignación.

Sí, la tranquilidad es una cosa buena, pero de la misma familia que el tedio.

Todos los hombres son iguales. La diferencia entre ellos no está en su nacimiento, sino en su virtud.

Cuanto más feliz soy, más compadezco a los reyes.

El trabajo aleja de nosotros tres grandes males: el hastío, el vicio y la necesidad.

El tiempo es justiciero y pone cada cosa en su lugar.

Explorar Autores

George Henry Borrow Frédéric Dard Nicolás Gómez Dávila Kurt Russell Pedro Abelardo José Batlle y Ordóñez Doris Lessing Joseph Pulitzer Margaret Mitchell Óscar Fernández González