Frases de Virginia Woolf

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Para disfrutar de la libertad que tenemos que controlarnos.

Somos siluetas recortadas, somos hueros fantasmas que se mueven en la niebla, sin perspectiva.

Porque en el matrimonio debe haber cierta libertad, cierta independencia entre las personas que viven juntas día tras día en la misma casa.

Si usted no dice la verdad sobre sí mismo no se puede decir que en otras personas.

Su cuerpo había sido macerado hasta tal punto de que ahora sólo le quedaban los nervios. Su cuerpo estaba extendido como un velo sobre una roca.

Hubiera preferido mil veces ser una de esas personas, como Richard, que hacían las cosas por las cosas mismas.

Sin embargo, es en nuestra ociosidad, en nuestros sueños, que la verdad sumergida a veces llega a la cima.

Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si desea escribir ficción.

Uno no puede traer hijos a un mundo como este; uno no se puede plantear perpetuar el sufrimiento, ni aumentar la raza de estos lujuriosos animales que no poseen emociones duraderas, sino sólo caprichos y banalidades que ahora te llevan hacia un lado y mañana hacia otro.

Después de eso, ¡Que increíble resultaba la muerte!

El pasado sólo vuelve cuando el presente fluye tan armonioso como la superficie deslizante de un río profundo. Entonces se ve a través de la superficie deslizante de un río profundo. En esos momentos encuentro una de mis mayores satisfacciones, no en el hecho de estar pensando en el pasado, sino que es entonces cuando estoy viviendo el presente más intensamente.

La verdad que escribir constituye el placer más profundo, que te lean es sólo un placer superficial.

En contra tuya volaré con mi cuerpo invencible e inamovible, ¡oh muerte!

Tenía la constante sensación, mientras observaba los taxis, de estar fuera, fuera, muy lejos en el mar y sola; siempre había considerado que era muy, muy peligrosovivir siquiera un solo día.

Quería escribir sobre todo, sobre la vida que tenemos y las vidas que hubiéramos podido tener. Quería escribir sobre todas las formas posibles de morir.

La vida, quizás, no se presta a las manipulaciones a las que la sometemos cuando intentamos contarlas.

La vida misma, cada momento de ella, cada gota de ella, aquí en este instante, ahora, en el Sol, en Regent's Park, fue suficiente, de hecho, demasiado.

No hay necesidad de apresurarse. No hay necesidad de brillar. No es necesario ser nadie más que uno mismo.

Quiero que la concentración y el romance, y los mundos todos pegados, fundido, brillante: no tienen tiempo para perder más en prosa.

Yo me aventuraría a pensar el que Anon (anónimo), quien escribiera tantos poemas sin firmarlos, fue a menudo una mujer.

Igual que después de un sueño uno advierte una sutil mudanza de la persona con la que se ha soñado.

Sin embargo, es cierto, la poesía es deliciosa, la mejor prosa es lo que es más lleno de poesía.

Si uno pudiera ser amable con las mujeres, lo que es un placer - la relación tan secreto y privadas en comparación con las relaciones con los hombres. ¿Por qué no escribir sobre ella con sinceridad?

No comer es un vicio, una especie de droga: con el estómago vacío se siente limpia y veloz, con la cabeza despejada, lista para la pelea. Toma un sorbo de café, baja la taza, estira los brazos. Levantarse a lo que parece ser un buen día, prepararse para trabajar pero no embarcarse todavía, resulta una de las experiencias más singulares.

Su cerebro se encontraba en perfecto estado. Seguro que el mundo tenía la culpa de que no fuera capaz de sentir.

Si Shakespeare no hubiese existido, se preguntaba, ¿sería muy distinto el mundo? ¿Depende el progreso de la civilización de los grandes hombres?

Cada uno tenía su pasado encerrado dentro de sí mismo, como las hojas de un libro aprendido por ellos de memoria; y sus amigos podían sólo leer el título.

La clase más inútil, los ricos con una pátina de cultura.

Todo es efímero como el arco iris.

Uno de los signos de la juventud que pasa es el nacimiento de un sentimiento de comunión con otros seres humanos como nosotros tomamos nuestro lugar entre ellos.

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