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Los aspectos aparentemente negativos de la existencia humana, y sobre todo aquella trágica tríada en la que confluyen el sufrimiento, la culpa y la muerte, también puede transformarse en algo positivo, en un servicio, a condición de que se salga a su encuentro con la adecuada actitud y disposición.
Viktor Frankl
La vida exige a todo individuo una contribución y depende del individuo descubrir en qué consiste.
En todo momento el ser humano apunta, por encima de sí mismo, hacia algo que no es él mismo, hacia algo o hacia un sentido que hay que cumplir, o hacia otro ser humano, a cuyo encuentro vamos con amor.
Tenemos que aprender por nosotros mismos y después, enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros.
Cuando no somos capaces ya de cambiar una situación, nos enfrentamos al reto de cambiar nosotros mismos.
El sufrimiento tiene sentido si tú mismo te cambias en otro.
He encontrado el significado de mi vida ayudando a los demás a encontrar en sus vidas un significado.
El hombre que no comprenda el sentido peculiar de su propia existencia singular se sentirá necesariamente paralizado en las situaciones difíciles de la vida.
No juzgamos el valor de una biografía por su extensión, por el número de páginas del libro, sino por la riqueza de su contenido.
La salvación del hombre sólo es posible en el amor y a través del amor.
Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida.
La falta de éxito no significa falta de sentido.
La bondad humana se encuentra en todos los grupos, incluso en aquellos que, en términos generales, merecen que se les condene.
Los que conocen la estrecha relación que existe entre el estado de ánimo de una persona -su valor y sus esperanzas, o la falta de ambos- y la capacidad de su cuerpo para conservarse inmune, saben también que si repentinamente pierde la esperanza y el valor, ello puede ocasionarle la muerte.
En la actualidad, el ocio centrífugo es predominante. Escaparse del yo permite evitar la confrontación con el vacío en el yo.
¿Por qué no prescindimos un poco de la arrogancia de llamarnos homo sapiens, y comenzamos a llamarnos homo credens?
Una vida activa sirve a la intencionalidad de dar al hombre una oportunidad para comprender sus méritos en la labor creativa, mientras que una vida pasiva de simple goce le ofrece la oportunidad de obtener la plenitud experimentando la belleza, el arte o la naturaleza.
En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo.
A medida que la vida interior de los prisioneros se hacía más intensa, sentíamos también la belleza del arte y la naturaleza como nunca hasta entonces. Bajo su influencia llegábamos a olvidarnos de nuestras terribles circunstancias.
El hombre no necesita realmente vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta o una misión que le merezca la pena.
Hay cosas que te deben hacer perder la razón, a no ser que no tengas ninguna razón que perder.
El amor es algo más que un estado emotivo: un acto intencional.
No soy más que una pequeña parte de una gran masa de carne humana de una masa encerrada tras la alambrada de espinas, agolpada en unos cuantos barracones de tierra. Una masa de la cual día tras día va descomponiéndose un porcentaje porque ya no tiene vida.
Cuanto más humano uno sea, tanto más podrá ser un instrumento de los propósitos divinos.
Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido.
La muerte como final de tiempo que se vive sólo puede causar pavor a quien no sabe llenar el tiempo que le es dado a vivir.
Los que no hayan pasado por una experiencia similar difícilmente pueden concebir el conflicto mental destructor del alma ni los conflictos de la fuerza de voluntad que experimenta un hombre hambriento.
La conciencia del amor propio está tan profundamente arraigada en las cosas más elevadas y más espirituales, que no puede arrancarse ni viviendo en un campo de concentración.
La religiosidad es expresión de la búsqueda humana de sentido y, como expresión de la búsqueda de sentido, irreductible e incuestionable como esa misma búsqueda.
Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito.
Nadie es conocedor de la esencia de otro ser humano si no lo ama.
Las experiencias de la vida en un campo demuestran que el hombre tiene capacidad de elección.
Todo puede serle arrebatado a un hombre, menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud en una serie dada de circunstancias, de elegir su propio camino. ¿No podemos cambiar la situación? Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.
Sólo existe una manera de hacer frente a la vida: tener siempre una tarea que cumplir.
El trabajo sin amor es solamente un sustitutivo; el amor sin trabajo, un opio.
La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida.
La capacidad de trabajo no es todo, ni razón suficiente y necesaria para infundir sentido a la vida del hombre.
Lo que denomino voluntad de sentido podría ser definido como la lucha esencial del hombre por encontrar y realizar un sentido y un propósito.
Nuestra contestación tiene que estar hecha no de palabras ni tampoco de meditación, sino de una conducta y una actuación rectas.
El realismo nos avisa de que el sufrimiento es una parte consustancial de la vida, como el destino y la muerte. Sin ellos, la existencia quedaría incompleta.