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La hora pasa, la pena se olvida, mas la obra queda.
Viktor Frankl
La búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una racionalización secundaria de sus impulsos instintivos.
Sólo puede realizarse a sí mismo en la medida en que se olvida a sí mismo, en que se pasa por alto a sí mismo.
La educación debería impulsar en el joven el proceso de búsqueda de sentido.
La experiencia final para el hombre que vuelve a su hogar es la maravillosa sensación de que, después de todo lo que ha sufrido, ya no hay nada a lo que tenga que temer, excepto a su Dios.
El hombre no se limita a existir, sino que decide cómo será su existencia, en qué se convertirá en el minuto siguiente.
el hombre neurótico se cierra a sí mismo el camino hacia sus genuinas posibilidades, se interpone ante sí mismo en el camino hacia su poder ser.
Y en ese momento toda la verdad se hizo patente ante mí e hice lo que constituyó el punto culminante de la primera fase de mi reacción psicológica: borré de mi conciencia toda vida anterior.
La conciencia y la responsabilidad constituyen precisamente los dos hechos fundamentales de la existencia humana.
Cuando vivimos un auténticoamor, lo vivimos como para siempre, del mismo modo que reconocemos como verdades eternas aquellas verdades a las que concedemos el valor de tales.
La frase "amor desgraciado" entraña, como hemos visto, una contradicción lógica; pero, psicológicamente considerada, esta frase expresa una especie de despecho.
El humor y el heroísmo nos refieren a la capacidad, exclusivamente humana, de autodistanciamiento.
La gran enfermedad de nuestro tiempo es la carencia de objetivos, el aburrimiento, la falta de sentido y de propósito.
El sufrimiento es un aspecto de la vida que no puede erradicarse, como no pueden apartarse el destino o la muerte. Sin todos ellos la vida no es completa.
Tal vez la única oportunidad de supervivencia de la humanidad se encuentra, en último extremo, en un sentido solidario.
Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontas ese sufrimiento.
El hombre es hijo de su pasado mas no su esclavo, y es padre de su porvenir.
No basta con preguntar por el sentido de la vida sino que hay que responder a él, respondiendo ante la vida misma.
Cuando hablábamos de los intentos de infundir en el prisionero ánimo para superar su situación, decíamos que había que mostrarle algo que le hiciera pensar en el porvenir. Había que recordarle que la vida todavía le estaba esperando, que un ser humano aguardaba a que él regresara. Pero, ¿Y después de la liberación? Algunos se encontraron con que nadie les esperaba.
El amor no tiene nada que ver con la corporalidad del ser amado, hasta el punto de que puede sobrevivir a su muerte y mantenerse vivo hasta la muerte del ser que ama.
Es un privilegio del hombre sentir culpa, y una responsabilidad el superarla.
Todas las decisiones, una vez tomadas, así las grandes como las pequeñas, son irrevocables y definitivas.
Lo que importa es la actitud con que afronta el destino inevitable e inexorable.
Nosotros hemos tenido la oportunidad de conocer al hombre quizá mejor que ninguna otra generación. ¿Qué es, en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración.
En realidad no engendramos a un ser humano; sólo damos testimonio de ese milagro; la existencia personal, como espiritual que es, no se puede engendrar, sino sólo posibilitar.
Suerte es lo que a uno no le toca padecer.
La novela vivida por uno es siempre, a pesar de todo, una realización creadora incomparablemente mayor que la novela que cualquier narrador pueda escribir.
El amor a uno mismo es el punto de partida del crecimiento de la persona que siente el valor de hacerse responsable de su propia existencia.
A este hombre le están prohibidas tanto la vida creativa como la existencia de goce, pero no sólo son significativas la creatividad y el goce; todos los aspectos de la vida son igualmente significativos, de modo que el sufrimiento tiene que serlo también.
La puerta hacia la dicha se abre tirando hacia afuera.
El análisis existencial no se propone, en efecto, otra cosa que llevar al hombre a la conciencia de este su ser-responsable.
Muchos de los prisioneros del campo de concentración creyeron que la oportunidad de vivir ya les había pasado y, sin embargo, la realidad es que representó una oportunidad y un desafío: que o bien se puede convertir la experiencia en victorias, la vida en un triunfo interno, o bien se puede ignorar el desafío y limitarse a vegetar como hicieron la mayoría de los prisioneros.
El hombre puede conservar un vestigio de la libertad espiritual, de independencia mental, incluso en las terribles circunstancias de tensión psíquica y física.
El hombre puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad. O bien, en la dura lucha por la supervivencia, puede olvidar su dignidad humana y ser poco más que un animal, tal como nos ha recordado la psicología del prisionero en un campo de concentración.
El hambre, la humillación y la sorda cólera ante la injusticia se hacen tolerables a través de las imágenes entrañables de las personas amadas, de la religión, de un tenaz sentido del humor, e incluso de un vislumbrar la belleza estimulante de la naturaleza: un árbol, una puesta de sol.
Muchas veces, la sabiduría del corazón prueba ser más profunda que el interior de nuestros cerebros.
Una vez que consideramos la idea de que el hombre es víctima de las circunstancias y su influencia, no solo cesamos de tratarlo como un ser humano, sino que, además, anulamos su voluntad de cambio.
Pero también es positiva la vida que está casi vacía tanto de creación como de gozo y que admite una sola posibilidad de conducta; a saber, la actitud del hombre hacia su existencia, una existencia restringida por fuerzas que le son ajenas.
Sólo la actitud y el talante le permiten dar testimonio de algo de lo que sólo el hombre es capaz: de transformar y remodelar el sufrimiento a nivel humano para convertirlo en un servicio.
En otras palabras, la autorrealización no puede alcanzarse cuando se considera.