Frases de Vicente Gaos

Imágenes

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

Vivir en ti es vivir, viva pasión, y la vida sin ti no es mi tormento, sino injustificable y vano intento, imposible, imposible abdicación.

¿Creías que el mundo termina donde tú acabas? Tú eres ya no fin, pero ni siquiera comienzo de ninguna cosa. No eres comienzo ni de ti mismo.

Ya ni quiero decirte que te quiero, silencio del amor, noche entregada.

Música, solo música, callada música. Siempre música, esto es Dios.

Los cuerpos se revuelven tan certeros, guiados del amor, como esos astros que, arriba, sólo ven tus ojos puros.

¡Qué profundo es mi sueño! ¡Qué profundo y qué claro, qué transparente es, ahora, el universo! Si pensando en ti, siempre, si, soñado contigo, me desvelo, y te miro por dentro, con mis ojos, si te miro por dentro...

Dices que no puedes más. Aún volverás a sufrir, y a amar, y a sufrir de nuevo, y a gozar otra vez y otra y otra. Sólo morirás una vez, eso es lo único que no podrá repetirse, pero la vida es una continua repetición.

¿Hacia dónde vamos? Vamos hacia el sueño... ¿De dónde venimos? Venimos del sueño... Como las olas, como los vientos...

Tú, mi razón de vida, mi razón de amor; mi razón, mi pensamiento, mi desencadenado sentimiento, la luz y el fuego de mi corazón.

Tú me devuelves más que yo te he dado, pues tú eres tú, yo sólo mi poesía.

Gozos, pesares, gozos... Esto es amor. Quien no lo crea, mírese en unos ojos, que se vea en unos ojos de mujer.

Sólo tú, sólo tú puedes salvarme y darme libertad si me encadenas.

Si fuera un álamo, una luna, un dios luciente... Más sólo soy un hombre en la ladera, un hombre sólo, apasionadamente.

La vida es mucho más larga, mucho más grande de lo que ahora supones, mucho más magnánima. ¿Te atreverás a decirle que te debe algo? Eres tú quien se lo debes todo.

Y ya no sé si a ti te estoy mirando, o si contemplo el cielo.

Agradece al tiempo que, mucho más sabio que tú, no apresure tus horas de dolor ni se demore en tus momentos de dicha, sino que te los mida con la misma igualdad, con la misma ecuanimidad generosa.

Órbita de pasión y verdaderos, resplandecientes e infalibles rastros. Celestes nuestros cuerpos aunque oscuros.

Se me ha llenado el corazón de sueño.

No te apartes de mí, ven cada día a hacerme triste, a hacerme hombre, hijo tuyo... Visítame.

No sabe qué es amor quien no te ama, no sabe qué es amor quien no te mira.

Deja que, así, te exprese, cuando huyen las palabras, ay, expresión del tacto, única voz precisa, deja que, así, te exprese mi ternura.

Mi luz te piensa a ti, luz de mi vida, pasión mía, luz mía, fuego mío llama mía inmortal, noche encendida, cauce feliz de mi profundo río, arrebatada flecha, alba elegida, mi dulce otoño, mi abrasado estío.

¿Adónde vas? ¿De qué regiones vienes? ¿Quién da a tu rostro ese celeste olvido? ¿Qué Dios sin fuego con su luz te viste?

Explorar Autores

Francisco Garzón Céspedes Helen Hunt Jackson Anthony Hope Banana Yoshimoto Robert James Waller Ricardo la Volpe Gustavo Cerati Jaroslaw Iwaszkiewicz Proverbio Escocés Léopold Sédar Senghor