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¡Ladrón! ¡Hijo de tal!... ¡Martirizar así a un bicho que valía más que él!... Y todos gritaban con vehemente ternura por el dolor de la bestia, como si no hubiesen pagado para presenciar su muerte.
Vicente Blasco Ibáñez
El dolor es el agua que riega los jardines de la poesía y hace crecer sus árboles más lozanos.
Tenemos dos fuerzas que nos ayudan a vivir: el olvido y la esperanza.
La civilización es el afinamiento del espíritu, el respeto al semejante, la tolerancia de la opinión ajena, la suavidad de las costumbres.
Cuando la Virgen quiso aparecerse en nuestros tiempos, escogió á Francia. No será tan malo este país como dicen... Cuando yo vea que se aparece en Berlín, hablaremos otra vez.
Calma y mala intención, que todo llegará.
El hombre, condenado eternamente á la grosería y al egoísmo por su propia naturaleza, puede dar muy poco de sí en una materia tan delicada como es la poesía.
Para vivir santamente bastaba con la sabiduría de los sacerdotes y la ignorancia popular, que proporciona una beatífica tranquilidad. ¿Para qué más? Así había permanecido el país durante los siglos más gloriosos de su historia.
El mundo se aburre de un modo mortal. No ocurre nada, nadie sueña, nadie aspira á cosas imposibles, nadie comete imprudencias.
Pero yo tengo cierta confianza, porque el corazón justo y fuerte de las mujeres es siempre piadoso con la debilidad y la ignorancia del hombre.
Como mujer que sabe que en amor las confesiones francas no se olvidan ni se perdonan.
El amor tiene bastante con sus propios asuntos y no deja espacio á las otras curiosidades de la vida.
La filosofía de la democracia moderna es un cristianismo laico. Los socialistas amamos al humilde, al menesteroso, al débil. Defendemos su derecho a la vida y al bienestar.
El animal no conoce el derecho, la justicia, la compasión; vive esclavo de la lobreguez de sus instintos. Nosotros pensamos, y el pensamiento significa libertad. El fuerte, para serlo, no necesita mostrarse cruel; resulta más grande cuando no abusa de su fuerza y es bueno.
La ciencia es una diosa cruel con los que se dedican á su servicio.
Desde hace ochenta años ha venido a la tierra un nuevo dios: el dinero.
Es el hombre que más práctica la religión y menos piensa en ella. Ni duda ni cree. Acepta lo establecido, viviendo en un sonambulismo intelectual.
Como bestia de razón, conoce la enormidad del peligro mejor que las otras bestias; pero vive alegre, porque dispone del olvido, y tiene además la certeza de que existe una Providencia sin otra ocupación que velar por él.
El pobre que se resigna con su suerte y no busca hacerse rico, sea como sea, a las buenas o las malas, es un cobarde o un inútil, y no puede convertir su vileza en un mérito.
Las revoluciones no se miden por los dolores que originan, sino por los nuevos beneficios que aportan al bienestar y la libertad de los humanos.
Entre amigos no se mendiga.
El sexo masculino es así. Por más que se pretenda afinarle, conserva siempre un fondo originario de grosería y de inconsciencia.
La música es para mí la más grata de las artes. Entiendo poco de ella, pero la siento.
La tristeza ablanda el ánimo y hace buscar como una sombra refrescante la amistad de los humildes.
Yo prefiero equivocarme yendo en busca de novedad, á conseguir aciertos fáciles, que muchas veces no son mas que simples repeticiones de triunfos anteriores.
¡La instrucción!... Una gran cosa, capaz de infundir respetabilidad hasta a los mayores pecados.
Los parásitos son los que más brillan y más ruido meten. Lo que no pueden prestar en utilidad lo dan en estruendo.
La verdadera bondad consiste en ser crueles, porque así, el enemigo, aterrorizado, se entrega más pronto y el mundo sufre menos.
Nuestra vida nunca es rectilínea ni la gobierna la lógica.
La juventud es la edad de los sacrificios desinteresados, de la ausencia de egoísmo, de los excesos superfluos.
El ambiente que nos rodea es demasiado real para que podamos cultivar en el nuestras ilusiones.
Hay que olvidar lo pasado, ya que cuando lo vemos por segunda vez no se presenta con los mismos colores.
La rueda es el símbolo de la vida. Creemos avanzar cuando nos movemos, y cuando la rueda da la vuelta completa, nos encontramos en el mismo sitio.
Que manden los que tienen qué perder.
Si la ociosidad es un vicio en los pobres, ¿por qué aparece entre los ricos como un signo de distinción y hasta de elevación de espíritu?
La desgracia nos hace comprender que hemos venido al mundo para algo.