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Estaba muy interesado en los prisioneros de guerra rusos y siempre intentaba entablar conversación con ellos sobre las tácticas de los alemanes y las causas de los fracasos del primer año de guerra.
Vasili Grossman
El nuevo maestro, la guerra, enseña rápido, hace trabajar a los rezagados, llena las lagunas.
He escrito en mi libro lo que creía, y sigo creyendo, que es la verdad. He escrito sólo lo que he pensado, sentido y sufrido.
Los revolucionarios o son estúpidos o deshonestos; no se puede sacrificar la vida de toda una generación por una imaginaria felicidad futura.
Qué feroces y maravillosos pueden ser los ojos de un ser humano que por una fracción de segundo ha reconquistado la libertad.
Cuando el sentimiento de melancolía bovina, de irremediable fatalismo se transforma en un lacerante sentido del horror, el arbusto del opio del optimismo acude en ayuda de los hombres.
El juicio divino existe, y existe también el tribunal del Estado, de la sociedad; pero existe un juicio supremo y es el juicio de un pecador sobre otro pecador.
Cada época tiene una ciudad que la representa en el mundo, una ciudad que encarna su voluntad y su alma.
La extrema violencia de los sistemas totalitarios demostró ser capaz de paralizar el espíritu humano en continentes enteros.
En la actualidad los lectores no tienen la posibilidad de juzgarme a mí y a mi novela en el tribunal más severo que existe, es decir, en sus corazones y en sus conciencias. Como siempre, éste es el tribunal por el que yo quiero ser juzgado.
En un abrir y cerrar de ojos había comparado inmediatamente las cualidades de la primera y de la segunda; y había hecho una elección, una elección casi sin consecuencias prácticas, la misma que hacen casi todos los hombres al mirar a las mujeres. A pesar de que una infinidad de pensamientos le ocupaban la cabeza, decidió intimamente: ¡La elijo a ella!
He intentado -cientos de veces imaginar cómo moriste, cómo caminaste para encontrarte con la muerte. He intentado imaginar a la persona que te mató. Fue la última persona que te vio. Sé que estuviste pensando en mí- durante todo este tiempo.
Pero el hecho de que los arrestados fueran eminentes y conocidos carecía de importancia. La cuestión era que célebres o anónimas, modestas e insignificantes, aquellas personas eran inocentes, y realizaban su trabajo honestamente.
Quién es culpable, quién responderá por ello... Hay que reflexionar, no hay que darse prisa en contestar.
Comprendía vagamente que, bajo el fascismo, al hombre que desea seguir siendo un hombre se le presenta una opción más fácil que la de conservar la vida: la muerte.
Sobriedad, tesón y una limpieza extremada son buenas cualidades típicas de muchos alemanes, que se demuestran eficaces cuando se aplican a la agricultura o la industria. Pero Hitler puso esas cualidades del carácter alemán al servicio de la comisión de crímenes contra la humanidad. En los campos de trabajo de Polonia las SS actuaban como si tratara de cultivar coliflores o patatas.
Uno de los medios de los que se sirve el fascismo para actuar sobre el hombre es la total, o casi total, ceguera. El hombre no cree que vaya al encuentro de su propia aniquilación. Es sorprendente que aquellos que se encontraban al borde de la tumba fueran tan optimistas.
La primera etapa es la discriminación: el Estado limita las áreas en las que los judíos pueden vivir, la elección de profesión, su acceso a posiciones importantes y el derecho a matricularse en las universidades y obtener títulos académicos, grados, etcétera. La siguiente etapa es el exterminio.
Tenemos la costumbre de burlarnos de los intelectuales por su duplicidad hamletiana, por sus dudas e indecisiones. Yo, en mi juventud, despreciaba en mí todos estos rasgos. Ahora pienso diferente: la humanidad está en deuda con los indecisos y los dubitativos por sus grandes descubrimientos, por sus grandes libros.
Las agrupaciones humanas tienen un propósito principal: conquistar el derecho que todo el mundo tiene a ser diferente, a ser especial, a sentir, a pensar y vivir cada uno a su manera.
Aquellos días la iniciativa, alma de la guerra, estaba abanderada por los alemanes. Avanzaban y avanzaban sin cesar hacia delante, y toda la furia de los contraataques soviéticos no lograba detener su movimiento lento, pero aborreciblemente decidido.
Lo principal era que los hombres son hombres, sólo después son obispos, rusos, tenderos, tártaros, obreros ¿lo comprende? Los hombres no son buenos o malos por según si son obreros u obispos, tártaros o ucranianos; los hombres son iguales en tanto que hombres.
Ahora creía haber comprendido la diferencia entre vida y existencia. Su vida se había acabado, interrumpido, pero la existencia seguía, se prolongaba. Y aunque aquella existencia era miserable, el pensamiento de una muerte cercana le colmaba el corazón de terror.
Todos eran débiles, tanto justos como pecadores. La única diferencia era que un hombre miserable, cuando realizaba una buena acción, se vanagloriaba de ella toda su vida, mientras que un hombre justo no reparaba en sus buenas acciones, pero recordaba durante años un pecado conocido.
Al igual que la sombra de un hombre da una idea de su figura, también el antisemitismo nos da una idea de la historia y el destino de los judíos.
El antisemitismo nunca es un fin, siempre es un medio; es un criterio para medir contradicciones que no tienen salida.
¿Cree que el mundo nos mira a nosotros con horror y a ustedes con amor y esperanza? Créame, quien ahora nos mira con horror a nosotros, también les mirará con horror a ustedes.
La vida se extingue allí donde existe el empeño de borrar las diferencias y las particularidades por la vía de la violencia.
Los muros levantados por los Estados, la furia racista, la cortina de fuego de la artillería pesada no significaban nada, eran impotentes ante la fuerza del amor... Daba gracias al destino porque, a las puertas de la muerte, le había permitido comprenderlo.
Pero a una altura aterradora, por encima de aquellos líderes, por encima de la estratósfera, había un mundo oscuro, incomprensible, confuso, cuya falta de lógica era inquietante, y en aquel mundo superior imperaba el Führer.
Aspiró una bocanada de frío húmedo y el corazón se le llenó de esperanza y de luz: tal vez aquel terrible sueño había acabado.
El antisemitismo es la expresión de la falta de talento, de la incapacidad de vencer en una contienda disputada con las mismas armas; y eso es aplicable a todos los campos, tanto la ciencia como el comercio, la artesanía, la pintura. El antisemitismo es la medida de la mediocridad humana.
No son tan mala gente, después de todo. En cada hombre hay algo humano.
¡Stalin! ¡El gran Stalin! Es probable que tuviera una voluntad de hierro, pero era más débil de carácter que cualquiera. Un esclavo del tiempo y de las circustancias, resignado y humilde servidor del día de hoy que abre de par en par la puerta a los nuevos tiempos. Sí, y los que no se postraron ante los nuevos tiempos acabaron en la basura.
Antes de todo está el derecho a la conciencia. Privar a un hombre de este derecho es horrible.
No hay en el mundo objetivo por el cual se pueda sacrificar la libertad del hombre.
Entonces, ya veremos. Quizá tenga la fortaleza necesaria. Tu fortaleza, madre...
Pero todas las obras literarias, salvo que salgan de la pluma de un escritor mediocre. tienen una impronta personal, subjetiva.
Una vez puesta al servicio del fascismo, el alma del hombre declara que la esclavitud, ese mal absoluto portador de muerte, es el único bien verdadero.