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Si dejas a alguien le dejas de verdad, sin dar marcha atrás. No tiene sentido llorar por la leche derramada.
Vasili Grossman
Todo ello demostró que el instinto de libertad en el hombre es invencible. Había sido reprimido, pero existía. El hombre condenado a la esclavitud se convierte en esclavo por destino, pero no por naturaleza.
Cada día, cada hora, año tras año, es necesario librar una lucha por el derecho a ser un hombre, ser bueno y puro. Y en esa lucha no debe haber lugar para el orgullo no la soberbia, sólo para la humildad. Y si en un momento terrible llega la hora desesperada, no se debe temer a la muerte. No se debe temer si se quiere seguir siendo un hombre.
Stalin sabía mejor que nadie en el mundo que a los vencedores no se les juzga.
Quien pronuncie el veredicto no será un juez divino, puro y misericordioso, ni un sabio tribunal supremo que mire por el bien del Estado y la sociedad, ni un hombre santo y justo, sino un ser miserable destruido por el poder del Estado totalitario. Quien pronuncie el veredicto será un hombre que a su vez ha caído, se ha inclinado, ha tenido miedo y se ha sometido.
El antisemitismo es un espejo donde se reflejan los defectos de los individuos, de las estructuras sociales y de los sistemas estatales. Dime de qué acusas a un judío y te diré de qué eres culpable.
No se puede guiar a los hombres como a un rebaño de ovejas, y esto Lenin, a pesarde ser una persona inteligente, no lo comprendió. El objetivo de la revolución es liberar a los hombres. Pero Lenin decía: Antes os dirigian de modo estúpido, yo lo haré de modo inteligente.
Me he dado cuenta de que la esperanza casi nunca va ligada a la razón; está privada de sensatez, creo que nace del instinto.
Tenemos que respetar la verdad despiadada de la guerra.
¡La vida sin libertad! Era una enfermedad. Perder la libertad es como perder la salud La vida estaba llena de acontecimientos, pero al mismo tiempo seguía siendo vacía, irreal. Vivían en el cauce de un río seco.
El destino conduce al hombre, pero el hombre lo sigue porque quiere y es libre de no querer seguirlo.
La violencia del Estado totalitario es tan grande que deja de ser un medio para convertirse en un objeto de culto místico, de exaltación religiosa.
¿Por qué la gente tiene memoria? A veces uno quisiera morir, dejar de recordar.
Cuanto más se abren ante mí las tinieblas del fascismo, más claro veo que lo humano es indestructible y que continúa viviendo en el hombre, incluso al borde de la fosa sangrienta, incluso en la puerta de las cámaras de gas.
Nuestra principal desgracia es que no vivimos como nos dicta la conciencia.
Me parece que una sociedad auténticamente nueva no puede nacer en ausencia de un incremento cualitativo y compartido de la libertad y de la democracia.
El totalitarismo no puede renunciar a la violencia. Si lo hiciera, perecería. La eterna, ininterrumpida violencia, directa o enmascarada, es la base del totalitarismo.
Qué sensación penosa y tremenda era levantarse de cuerpo entero ante la muerte, no esconderse ya de ella sino correr a su encuentro. Qué espantoso es morir joven. ¡Vivir, ganas de vivir! No existe en el mundo deseo más intenso que el de salvar una vida joven, una vida apenas vivida todavía.
Lo mejor sería vivir con la mujer que uno ama en alguna isba (casa) perdida en lo más profundo del bosque. No es la guerra lo que alimenta a un hombre.
La sensación de duración de la batalla está en conjunto tan profundamente deformada que se manifiesta con una total indeterminación, desconectada tanto de la duración como de la brevedad.
Y al lado del instinto de supervivencia, al lado de la fuerza hipnótica de las grandes ideas, trabaja también una tercera fuerza: el terror ante la violencia ilimitada de un Estado poderoso que utiliza el asesinato como medio cotidiano para gobernar.
¿Es que todo aquello iba a comenzar de nuevo? ¿Era posible que después de la guerra a uno le tuviera que dar un vuelco el corazón cada vez que oía pasos en la noche, ante cada toque de claxon?
El amor se parece al carbón: cuando está candente quema; cuando está frío, ensucia.
¿En qué consiste el bien? ¿Bien para quién?... ¿O tal vez mi bien es el mal para ti y el bien de mi pueblo es el mal para el tuyo?
¿Qué puedo decirte de los seres humanos? me sorprenden tanto por sus buenas cualidades como por las malas. Son extraordinariamente diferentes, aunque todos conocen un idéntico destino. Imagínate a un grupo de gente bajo un temporal: la mayoría se afanará por guarecerse de la lluvia, pero eso no significa que todos sean iguales. Incluso en esa tesitura cada cual se protege de la lluvia a su manera.
Si mi libro es una mentira, que lo digan las personas que quieran leerlo. Si es una calumnia, que lo diga también esta gente. Que el pueblo soviético y los lectores soviéticos, para los que escribo desde hace treinta años, juzguen lo que es verdadero y lo que es falso en mi libro.
La aspiración innata del hombre a la libertad es invencible; puede ser aplastada pero no aniquilada.
No sin motivo los antiguos decían que en el fin se encuentra el inicio.
No hay sentido ni verdad en mi actual situación, en mi libertad física mientras el libro al que he dedicado mi vida está en la cárcel. Pues yo lo escribí, y no lo he repudiado y no lo estoy repudiando. Pido libertad para mi libro.
Cuando eras pequeño, solías correr a mí en busca de protección. Ahora, en estos momentos de debilidad, quisiera esconder mi cabeza entre tus rodillas para que tú, inteligente y fuerte, me defendieras, me protegieras.
Desde luego era la física la que determinaba el curso del siglo XX... Al igual que en 1942 era Stalingrado lo que estaba determinando el curso de todos los frentes de la guerra mundial.
En los casos de exterminios masivos de personas la población local no profesa un odio sanguinario contra las mujeres, los ancianos y los niños que van a ser aniquilados. Por ese motivo, la campaña para el exterminio masivo de personas exige una preparación especial. En este caso no basta tan sólo con el instinto de conservación: es necesario incitar en la población el odio y la repugnancia.
Del corazón no se arranca nada, el corazón no es de papel y, en él, la vida no está escrita con tinta, no se puede romper en trozos, no se pueden borrar largos años que se han impreso en el cerebro, en el alma.
La primera mitad del siglo XX será recordada como una época de grandes descubrimientos científicos, revoluciones, grandiosas transformaciones sociales y dos guerras mundiales. Pero la primera mitad del siglo XX entrará en la historia de la humanidad como la época del exterminio total de enormes extractos de población judía, un exterminio basado en teorías sociales o raciales.
En el caos donde se confunde la luz cegadora y la oscuridad ciega, los gritos, el estruendo de las explosiones, el crepitar de las metralletas; en el caos que hace añicos la percepción del tiempo Krímov tuvo una intuición de una nitidez asombrosa: los alemanes habían sido arrollados, los alemanes estaban vencidos.
Sería absurdo negar la importancia de un general cuando se libra una batalla. Sin embargo, no sería justo atribuirle la calificación de genio.
Todos los hombres son culpables ante una madre que ha perdido a un hijo en la querra; y a lo largo de la historia de la humanidad todos los esfuerzos que han hecho los hombres por justificarlo han sido en vano.
La lengua de Goethe sonaba horrible en medio de la noche en las estaciones rusas, pero el ruso que hablaban los colaboradores de la policía alemana era todavía más siniestro.
Yo soy tú, querida madre, y mientras yo viva, tú también lo harás. Cuando muera tú seguirás viviendo en este libro que te he dedicado y cuyo destino está estrechamente atado a tu destino.
De la guerra había surgido la paz, una paz pobre, miserable, casi tan ardua como la guerra.