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Corta es la vida y larga el arte. ¿De qué lado está usted?
Ugo Foscolo
Los poetas no comienzan a vivir hasta que mueren.
Despreciar no está al alcance de todos.
La escasa felicidad que es deseable esperar en este mundo, consiste en la certidumbre de haber hecho el mayor bien y el menor mal posible a los corazones de nuestros amigos.
Toda lágrima enseña a los mortales una verdad.
En este mundo la pobreza es una vergüenza que ningún mérito consigue lavar; es delito que no castigan las leyes, pero es perseguido muy cruelmente por el mundo.
¡Dios! Tú ves mi miseria y sabrás ponerle fin.
Ella es sagrada para mí. En su presencia desaparecen todas las penas, confusiones, fantasías.
No veo más final para esta desdicha que la tumba.
La mujer lleva como dote propia la hermosura, la cual se hace perfecta con el amor, el pudor y la bondad.
En la fama de los héroes se encuentra un cuarto de audacia, dos cuartos de destino, y el otro cuarto de sus crímenes.
La naturaleza se imita siempre a sí misma en todos sus trabajos, a los cuales, uno a uno, los diferencia y hace aparecer como nuevos y maravillosos por medio de poquísimas, mínimas y a menudo imperceptibles variaciones.
El uso de las facultades que me concedió la naturaleza es el único placer que no depende de la ayuda de la opinión ajena.
Tres fundamentos de la sabiduría: Ver mucho, estudiar mucho, sufrir mucho.
No a todos es dado poderdespreciar.
El hastío se origina bien de una debilísima conciencia de la existencia propia, que no puede impulsarnos a la acción, o bien de una conciencia excesiva, por la que advertimos la imposibilidad de actuar en la medida que querríamos.
Los hombres no tienen más que dos frenos: la vergüenza y la fuerza.
El arte no consiste en representar cosas nuevas, sino en representar con novedad.
Las lágrimas que se vierten por las personas que nos fueron queridas, son saludables y aceptas al cielo, y avezan el alma a no olvidarse fácilmente de las virtudes y sagrada imagen de los muertos.
¿Más no vive el mortal, cuando ya muda es para él del mundo la armonía, si puede alimentar dulces recuerdos en los pechos amantes?
La celeste correspondencia de amoroso afecto don es a los humanos otorgado.
El descanso ha de sacrificarse a la conciencia y al honor.
Solamente aquel que no deja detrás de sí una herencia de afectos sentirá escasa alegría en su sepulcro.
El hombre no se da cuenta de cuánto puede hacer, más que cuando realiza intentos, medita y desea.
Mas las iras del mundo y del destino olvidando por ti, por ti suspiro luz de mis ojos, ¿quién a mí te esconde?
No se da cuenta el hombre de su capacidad, sino cuando intenta, medita y quiere.
El espectáculo de la belleza basta tal vez para adormecer en nosotros, tristes mortales, todos los dolores.
Los que nunca fueron desgraciados, no son dignos de su felicidad.
Del mismo modo que la naturaleza tiende hacia el otoño, se va haciendo otoño en mí y en cuanto me rodea.
Muchas veces me acuesto con el deseo, y a menudo con la esperanza, de no volver a despertar.
Amor entre las sombras y el infierno, seguirá inmortal, omnipotente.
No sé para qué vine al mundo, ni cómo, ni qué hay en él, ni quién soy yo. Y si corro a investigarlo, vuelvo confundido por una ignorancia aún más espantosa. No sé qué es mi cuerpo, ni mis sentidos, ni mi alma; y esta parte de mí, que piensa lo que escribo y reflexiona sobre todo y sobre sí misma, no puede conocerse jamás.
Mientras se está en una sociedad donde el dinero es el representante de todas las conveniencias y comodidades de la vida, y además es el instrumento de la independencia individual, no puede uno despreciarlo a menos que esté exento, como un ser divino, de toda humana necesidad o neciamente descuidado de su propia independencia.
Cuando Catón se suicidó, un pobre patricio llamado Cocio, le imitó. Al primero le admiraron, porque antes había buscado todas las salidas posibles; del otro se burlaron, pues por amor a la libertad sólo supo quitarse la vida.
Yo encuentro un no sé qué de malvado en el hombre dichoso.
Reímos y reiremos; porque la seriedad fue siempre amiga de los impostores.
Todos quieren ser amos y ninguno el dueño de sí mismo.
Ciertamente la hermosura es una especie de armonía visible que penetra muy suavemente en los corazones humanos.
¡Yo, que no conozco otra cosa, ni sé, ni tengo más que a ella!
Los hábitos son la corrupción de nuestra naturaleza.