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La vejez es la peor de todas las corrupciones.
Thomas Mann
Cuando un día es igual que los demás, es como si todos ellos no fueran más que un único día; y una monotonía total convetiría hasta la vida más larga en un soplo que, sin querer, se llevaría el viento.
Señores, el lazo histórico entre el humanismo y la pedagogía explica el lazo psicológico que existe entre ambas. No hay que desposeer a los humanistas de su función de educadores..., no se les puede arrebatar, pues son los únicos depositarios de una tradición: la de la dignidad y belleza humana.
¡Qué glorioso regalo es la imaginación y la satisfacción de lo que ofrece!
Un escritor es alguien para quien la escritura es más difícil de lo que es para otras personas.
La enseñanza humanística (puede considerarme si lo desea un espíritu retrógrado, mi querido ingeniero) in abstracto me parece algo imprescindible...
Cada ser humano razonable debería ser un socialista moderado.
La muerte y el amor no casan bien... es una mala asociación, una asociación de mal gusto, equivocada. El amor es lo único que hace frente a la muerte; sólo el amor, no la virtud, es más fuerte que ella.
La soledad hace madurar lo original, lo audaz e inquietantemente bello, el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito.
Esperar significa: adelantar acontecimientos; significa percibir el tiempo y el presente no como un don, sino como un obstáculo, negar y anular su valor propio y pasarlos por alto.
La formación no se adquiere a base de ajetreo y trabajo esclavo, sino que es un regalo de la libertad y del ocio en su sentido más literal.
Combate mejor y con más ahínco quien más arriesga.
Todo engaño en el que no subyace alguna forma de verdad superior y que, por lo tanto, no es más que una pura mentira resultará burdo.
La soledad engendra lo original, lo atrevido, y lo extraordinariamente bello; la poesía. Pero engendra también lo desagradable, lo inoportuno, absurdo e inadecuado.
No hay que desposeer a los humanistas de su función de educadores..., no se les puede arrebatar, pues son los únicos depositarios de una tradición: la de la dignidad y belleza humana. En otras épocas, los humanistas reemplazaron a los sacerdotes que, en tiempos turbios y antihumanos, pudieron arrogarse la dirección de la juventud. Desde entonces, señores, no ha surgido otra clase de educador.
El tiempo es el elemento de la narración, como también es el elemento de la vida; está indisolublemente unido a ella, como a los cuerpos en el espacio.
Tales etapas en el curso del año, como la fiesta de Navidad, se les aparecían como puntos de descanso, como una especie de columpios gracias a los cuales se podía uno balancear y dar vueltas sobre los intervalos vacíos.
Ocuparse de las matemáticas es, digo, es el mejor remedio contra la concupiscencia.
Toda actitud intelectual es potencialmente política.
La única manera sensata y religiosa de contemplar la muerte es considerarla y sentirla como parte integrante, como la sagrada condición sine qua non de la vida, y no separarla de ella mediante alguna entelequia.
Disfrutar de la vida.
Las opiniones no pueden sobrevivir si uno no tiene oportunidades de pelear por ellas.
El cielo abierto, la vida errante; por patria el universo, por ley la voluntad, y por encima de todo la embriaguez de la Libertad, ¡la Libertad!
Es la ingratitud de la juventud en vías de formarse. Acepta regalos para luego sacarles los defectos.
Un alma sin cuerpo es tan inhumana y espantosa como un cuerpo sin alma. Por cierto, lo primero es una rara excepción y lo segundo es el pan nuestro de cada día.
La música saca al tiempo de la inercia, nos saca a nosotros de la inercia para que disfrutemos al máximo del tiempo.
Nada puede ser, en el fondo, más mezquino que tachar de absurdo el hecho de que el espíritu quiera defender su dignidad frente a la naturaleza y se niega a rendirse ante ella...
Porque la serenidad en medio de la desgracia, y la gracia en medio de la tortura, no son sólo resignación; son también actividad y encierran un triunfo positivo.
Tiempo, en realidad, no presenta ninguna cesura, no estalla una tormenta ni suenan las trompetas cada vez que se inicia un nuevo mes o un nuevo año, ni siquiera cuando se trata de un nuevo siglo; son los hombres quienes disparan cañonazos y tocan las campanas para celebrarlo.
Así era Venecia, la bella insinuante y sospechosa; ciudad encantada de un lado, y trampa para los extranjeros de otro, en cuyo aire pestilente brilló un día, como pompa y molicie, el arte, y que a los músicos prestaba sones que adormecían y enervaban.
¡Hay tantas clases distintas de estupidez! Y seguro que la inteligencia no es la mejor de ellas.
He leído con profunda emoción el libro y su documentación sobrecogedora. No puedo describir el sentimiento de aversión y odio que embarga mi corazón al leer estos relatos de degradación humana y crueldad abominable. El silencio solo serviría para fomentar la indiferencia moral del mundo, ustedes han cumplido con su deber al publicar este libro y sacar a la luz pública estos hechos.
El hombre es tanto más humano cuanto más enfermo está; y el genio de la enfermedad es más humano que el genio de la salud.
Cada día me siento más inclinado a admitir que hay en la música algo de extraño. Una afirmación de máxima energía. No diré abstracta sino más bien sin objeto, energía pura, en la claridad del éter.
La belleza, como el dolor, hace sufrir.
A veces es muy difícil discernir la estupidez de la inteligencia. Es tan difícil separarlas, están a un paso tan pequeño la una de la otra,
Mi corazón late con fuerza y sabe por qué. No late solamente por razones físicas, no late por la misma razón que las uñas de un cadáver continúan creciendo, late humanamente, y en verdad se siente feliz.
Wagner veía en el arte un arcano sagrado, una panacea para los males de la sociedad, mientras que Tolstói, hacia el final de su vida, lo rechazaba como un lujo frívolo.
¿No conoce a ninguno de esos actores cuya cabeza parece reunir rasgos de Julio César, Goethe y Beethoven pero que, en cuanto abren la boca, demuestran ser los más míseros botarates sobre la faz de la tierra?
Cada palabra que sale de su boca es tan redonda y apetitosa que, cuando le escucho, me hace pensar en panecillos calientes.