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Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis.
Sor Juana Inés de la Cruz
Constante adoro a quien me maltrata;
Sin claridad no hay voz de sabiduría.
No es saber, saber hacer discursos sutiles vanos; que el saber consiste sólo en elegir lo más sano.
Quien oye y aprende, es mucha razón que atienda y calle.
De la más fragante Rosa nació la Abeja más bella, a quien el limpio rocío dio purísima materia.
Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.
Vale más consumir vanidades de la vida, que consumir la vida en vanidades.
Todos aquellos que se eligen por algún medio para algún fin, se tienen por de menor aprecios que el fin a que se dirigen.
Para todo se halla prueba y razón en qué fundarlo; y no hay razón para nada, de haber razón para tanto.
Al que amante me sigue, dejo ingrata;
Que aunque dejas burlado el lazo estrecho que tu forma fantástica ceñía, poco importa burlar brazos y pecho si te labra prisión mi fantasía.
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis.
Hijo y madre, en tan divinas peregrinas competencias, ninguno queda deudor y ambos obligados quedan... Pues si por eso es el llanto, llore Jesús, norabuena, que lo que expende en rocío cobrará después en néctar.
Con entendimiento se suple todo.
Y aunque es la virtud tan fuerte, temo que tal vez la venzan. Que es muy grande la costumbre y está la virtud muy tierna.
Yo no estimo tesoros ni riquezas, y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi entendimiento que no mi entendimiento en las riquezas.
¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no esté claro?
Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito.
En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz ni guía sino la que en el corazón ardía.
Queredlas cual las hacéis, o hacedlas cual las queréis.
Era una pasión por la mirada, y en su mirada estaban los ojos antes del tiempo; dice su padre que el tiempo es melancolía, y cuando se para lo llamamos eternidad.
Maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que ingrato me deja, busco amante;
Cuando mi error y tu vileza veo, contemplo, Silvio, de mi amor errado, cuán grave es la malicia del pecado, cuán violenta la fuerza de un deseo.
No estudio por saber más, sino por ignorar menos.
Es compuesta de flores maravilla, divina protectora americana, que a hacerse pasa rosa mexicana, apareciendo rosa de Castilla.
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas?
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba, como en tu rostro y en tus acciones vía que con palabras no te persuadía, que el corazón me vieses deseaba.
Hasta el saber cansa, cuando es el saber por oficio.
Al que trato de amor, hallo diamante y soy diamante al que de amor me trata.
Hombres necios, que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis. Si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien, si las incitáis al mal?
¿Por qué me enamoras lisonjero si has de burlarme luego fugitivo?
Si al imán de tus gracias, atractivo, sirve mi pecho de obediente acero, ¿para qué me enamoras lisonjero si has de burlarme luego fugitivo?
Todo el mundo es opiniones de pareceres tan varios, que lo que el uno que es negro el otro prueba que es blanco.
Hay muchos que estudian para ignorar.