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No se puede juzgar la vida de un hombre hasta que la muerte le ha puesto término.
Sófocles
Me preguntas si debes o no casarte; pues, de cualquier cosa que hagas te arrepentirás.
Un día basta para hacer subir o bajar todas las fortunas humanas.
Prefiero ¡Oh rey! No alcanzar buen éxito por proceder honradamente, a triunfar con malos medios.
La verdad puede más que la razón.
No nací para compartir el odio, sino el amor.
Los cielos nunca ayudan al hombre que no quiere actuar.
No hay forma de luchar contra lo que es forzoso.
La prudencia es la base de la felicidad.
El mundo está lleno de maravillas, pero nada es tan maravilloso como el propio hombre.
El amor pasa la noche sobre las mejillas delicadas de las jóvenes.
Sólo el tiempo muestra al hombre justo, mientras que podrías conocer al perverso en un solo día.
Quien no haya sufrido lo que yo, que no me de consejos.
Cuando la violencia de las pasiones mengua y su fuego se amortigua, el hombre se ve libre de un pelotón de tiranos.
Todo puede suceder si lo maquina un dios.
El cielo nunca le ayudará a aquellas personas que no actúan.
La obra humana más bella es la de ser útil al prójimo.
La vida más dulce es la de no pensar en nada.
La oportunidad, que tiene consejos para todos los asuntos, proporciona fuerza, mucha fuerza, contra todo impedimento.
Para un hombre, al menos si es prudente, no es nada vergonzoso ni aprender mucho ni no mostrarse en exceso intransigente.
Un Estado donde queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo.
Al igual entre las hojas del gran álamo negro, aunque no sea otra cosa que su copa, cualquier aire la agita y levanta como una pluma.
La sabiduría compensa cualquier riqueza.