Imágenes
La energía necesaria reside en mí, ya que con ella tengo para vivir.
Simone Weil
Nada poseemos en el mundo -porque el azar puede quitárnoslo todo-, salvo el poder de decir yo. Eso es lo que hay que entregar a Dios, o sea destruir. No hay en absoluto ningún otro acto libre que nos esté permitido, salvo el de la destrucción del yo.
Si se desea solamente el bien, se está en oposición a la ley que une al bien real con el mal del mismo modo que al objeto iluminado con la sombra; y, estando en oposición a la ley universal del mundo, es inevitable que se caiga en la desgracia.
El avaro, por ansia de su tesoro, se priva de él.
El totalitarismo moderno es al totalitarismo católico del siglo XII lo que el espíritu laico y francmasón al humanismo del Renacimiento. Con cada vaivén, la humanidad se degrada.
Marx explica de forma admirable el mecanismo de la opresión capitalista; pero lo explica tan bien que cuesta imaginar cómo podría dejar de funcionar dicho mecanismo.
Nada en el mundo puede quitarnos el poder de decir yo. Nada, salvo la desgracia extrema. Nada hay peor que la extrema desgracia que desde fuera destruye el yo, puesto que luego resulta ya imposible destruírselo uno mismo. ¿Qué les ocurre a aquéllos cuyo yo ha sido destruido desde fuera por la desgracia?
El amor no es consuelo. Es luz.
El socialismo científico ha pasado a ser un dogma, exactamente igual que todos los resultados obtenidos por la cienciamoderna.
Únicamente las cosas relativas a la inspiración se nutren de plazos. Las relativas al deber natural, a la voluntad, no sufren dilación.
Estrellas y árboles frutales en flor. La completa permanencia y la extrema fragilidad proporcionan por igual el sentimiento de la eternidad.
La belleza de un paisaje en el momento cuando nadie lo ve, absolutamente nadie... Ver un paisaje tal cual es cuando no estoy en él. Cuando estoy en algún lugar, enturbio el silencio del cielo y de la tierra con mi respiración y el latir de mi corazón.
Algunos crímenes que nos han hecho malditos hemos debido cometer para que ahora hayamos perdido toda la poesía del universo.
Ser inocente es soportar el peso del universo entero. Es arrojar el contrapeso.
Parece ser que deberíamos estar en pleno período revolucionario.
Si en este mundo no hubiera desgracia, podríamos pensar que estábamos en el paraíso.
El pecado contra el Espíritu consiste en conocer algo como bueno y odiarlo en cuanto bueno.
Un método para comprender las imágenes, los símbolos, etc. No tratar de interpretarlos, sino simplemente mirarlos hasta que brote de ellos la luz.
Al igual que el poder, el dinero es puro medio. Tiene por único valor la posibilidad de procurarse cosas.
El orden social no puede ser más que un equilibrio de fuerzas.
La verdad se produce al contacto de dos proposiciones, ninguna de las cuales es cierta; la relación entre ambas es cierta.
La grandeza del hombre está siempre en el hecho de recrear su vida. Recrear lo que le ha sido dado. Fraguar aquello mismo que padece. Con el trabajo produce su propia existencia natural.
Lo que en el criminal no es sensible, es el crimen. Lo que en el inocente no es sensible, es la inocencia.
La atención absolutamente pura y sin mezcla es oración.
Todo crimen es una transferencia del mal de aquél que actúa sobre aquél que padece.
Toda obra de arte tiene un autor, pero cuando es perfecta, sin embargo, tiene algo de anónima. Imita el anonimato del arte divino. La belleza del mundo, por ejemplo, es muestra de un Dios a la vez personal e impersonal, y ni lo uno ni lo otro.
El mal es ilimitado, pero no infinito. Sólo lo infinito limita lo ilimitado.
La creencia en la existencia de otros seres humanos como tales es amor.
La belleza seduce a la carne con el fin de obtener permiso para pasar al alma.
Cuando una contradicción es imposible de resolver salvo por una mentira, entonces sabemos que se trata de una puerta.
Sólo el equilibrio aniquila la fuerza.
El movimiento descendente, espejo de la gracia, es la esencia de toda música.
La auténticarazón de la explotación de los trabajadores no es el deseo que pudieran tener los capitalistas de gozar y consumir, sino la necesidad de agrandar la empresa lo más rápido posible para hacerla más poderosa que las de la competencia.
El hombre es esclavo en la medida en que entre la acción y su efecto, entre su esfuerzo y la obra, se encuentra interpuesta la intervención de voluntades ajenas.
Es preciso desarraigarse. Talar el árbol y hacer con él una cruz para luego llevarla todos los días.
Dado que el pensamiento colectivo no puede existir como tal pensamiento, pasa a las cosas (signos, máquinas...) De ahí la paradoja: es la cosa la que piensa y el hombre quien queda reducido al estado de cosa.
¿Por qué he de preocuparme? No es asunto mío pensar en mi. Asunto mío es pensar en Dios. Es cosa de Dios pensar en mi.
Lo enormemente doloroso del trabajo manual es que se está obligado a esforzarse durante largas horas simplemente para existir. El esclavo es aquél al que no se le propone bien alguno cómo objeto de sus fatigas, sino la mera existencia.
Dios y la creación son uno, Dios y la creación están infinitamente distantes; esta contradicción fundamental se refleja en la contradicción que existe entre lo que es necesario y el bien. Sentir la distancia, esta separación, es crucifixión.
La apariencia posee la plenitud de la realidad, pero sólo en cuanto apariencia. En cuanto cosa distinta de apariencia, es error.