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Deberíamos recibir bien los trabajos, sabiendo que vienen por providencia divina.
Séneca
Los dioses nos dieron de la filosofía no su conocimiento, pero sí la facultad de alcanzar la sabiduría.
Alegre cosa es llegar al logro de nuestros deseos.
Se necesita poseer un espíritu fuerte para conservar la moderación cuando todo nos va bien.
El que tenga mucho poder, úselo suavemente.
Pesado sueño tiene el que no siente cuán mal duerme.
Desventurado aquel que se inquieta siempre por el porvenir.
Seas parco en elogiar, y más parco todavía en vituperar.
No hay nada tan amargo como estar largo tiempo pendiente de una promesa.
Enseñando aprendemos.
Sabed que cuando uno es amigo de sí mismo, lo es también de todo el mundo.
Amarga es la pena que nace de la vergüenza.
Dios no se arrepiente nunca de sus primeras decisiones.
Mejor es precaver lo venidero que disputar sobre lo pasado.
Las penas pequeñas son locuaces, las grandes son mudas.
El pobre carece de muchas cosas, pero el avaro carece de todo.
El esfuerzo llama así a los mejores.
Existe el destino, la fatalidad y el azar; lo imprevisible y, por otro lado, lo que ya está determinado. Entonces como hay azar y como hay destino, filosofemos.
No sirven de nada las desgracias a aquel que no aprenda en ellas.
Una vez que se ha cedido al primer impulso, nadie puede contenerse.
Mozos fueron primero los que ahora son hombres.
No es pobre quien poco tiene sino desea más.
Pidiendo con timor se facilita la negativa.
La pobreza debe ser amada porque te hace demostración de los que te aman.
La vida no es más que un viaje hacia la muerte.
El amor no se asusta de nada.
No hay mejor cosa para un enfermo que ser curado por un médico de su propia elección.
Mucha parte de la verdad está por descubrir.
La recompensa de una buena acción está en haberla hecho.
De torpes deleites no queda sino el arrepentimiento.
Para hacer callar a otro comienza por callarte tú.
Despreciable honra es la que en la ociosidad se granjea.
Si eres hombre, alza tus ojos para admirar a los que han emprendido cosas grandes aunque hayan fracasado.
Algunas veces debemos desechar los grandes pensamientos, y seguir los que las circunstancias nos inspiran.
Un espíritu sano no tiene necesidad de muchas letras.
Muchas veces es valor el conservar la vida.
Poca importancia tiene lo que da la fortuna, y apenas puede hacernos vencer de un lado o del otro: ni lo favorable exalta al sabio ni lo adverso le deprime, pues el sabio se ha esforzado siempre en confiar principalmente en sí mismo, y es en sí mismo es donde busca toda alegría.
Dar consejos al hombre avisado es superfluo; darlos al ignorante es poca cosa.
Una parte de la vida la pasamos haciendo mal lo que hacemos, otra no haciendo nada y el resto haciendo lo que no deberíamos hacer.
El único bien es aquello que es honesto.