Imágenes
Como poeta, tiendo hacia la melodía, en el sentido de que el esfuerzo debe reposar en la estabilidad, en un orden satisfactorio de sonidos.
Seamus Heaney
Pensé en ti de forma continua unas mil millas al sur donde Italia apoya su lomo en Francia en la esfera oscurecida. Tu cotidianeidad se renovó allí.
Pero lo bastante no era bastante. ¿Quién ha visto alguna vez el límite de lo otorgado?
La poesía puede hacer realidad un orden, en el que finalmente podemos crecer hasta la dimensión que hemos almacenado mientras crecíamos, un orden que satisface lo que es apetecible para la inteligencia y aprehensible por el afecto.
¿Qué defensa haré de la poesía? El arbusto, vacío, está siseando cuando bajo, y ahí dentro, tu semblante ronda como la luna en vidrios rotos.
El poeta se asoma a la alberca del poema y ve el mundo reflejado a su alrededor; toma conciencia de su existir y accede al espacio íntimo del ser. Todo lo que el poema puede lograr es que esa experiencia llegue a ser compartida por los lectores. Pero no garantiza que algo cambie.
Todo mi trabajo es un pulso entre lo lírico y lo cívico.
Tu espalda es una firme línea de costa del este y brazos y piernas se prolongan más allá de tus colinas graduales.
Soy el reino elevado por encima de tus hombros al que no halagarías ni puedes ignorar.
Dar respuesta a las amenazas, como por ejemplo la degradación del medio ambiente, supone al mismo tiempo un ejercicio de responsabilidad. Respuesta y responsabilidad tienen la misma raíz: response.
Cuando fui a los lavabos había un corazón con una flecha y palabras de amor. Deja que duerma recostado en tu pecho, camino al aeropuerto.
Había también libélulas, mariposas con lunares, pero lo mejor de todo era esa baba caliente y espesa de huevos de rana que, a la sombra de las orillas, crecía como agua coagulada.
Recogiendo botones para acabar en una estación con corrientes de aire y luz de lámparas cuando los trenes ya se han ido, las vías húmedas desnudas y tensas como yo, todo atención por si tus pasos me siguen, pero antes muerto que mirar atrás.
Las rocas de ayer cantaban cuando las golpeábamos estalactitas en las viejas cuevas, goteando oscuridad, nuestras llamadas de amor pequeñas como un diapasón.
Hay una diferencia entre ser poeta y escribir poemas. Empecé a componer como entretenimiento y, con sorpresa, fui descubriendo que aquella verdad interior que yo sentía se plasmaba sobre el papel y me pertenecía... Es un momento mágico.
Una de las paradojas del mundo globalizado es la resistencia y el resurgir de los idiomas pequeños del mundo, la solidaridad que recorre desde Irlanda a Estonia, desde las islas Feroe hasta Asturias, y desde el País de Gales al País Vasco.
Durante toda mi vida me he visto obligado a dar clases para poder vivir. Durante un tiempo lo dejé para dedicarme sólo a la poesía, pero en cuanto nacieron mis hijos y empezaron las obligaciones, hipotecas y demás, tuve que volver a las aulas.
La primera captación en serio que tuve de las cosas fue cuando aprendí el arte de pedalear (con la mano) una bicicleta, colocada al revés e impulsé la rueda trasera preternaturalmente ligero. Yo amaba la desaparición de los rayos el modo como el hueco entre el eje y la llanta susurraba transparente...
La tierra a la que aplicábamos nuestro oído durante tanto tiempo está despellejada o muy callosa, y sus entrañas tentadas por un augurio impío.