Imágenes
Todos esperan, convocados por un silencio de campanas; todos esperan, sombra a sombra, que por sus ojos hable el alba.
Sara De Ibáñez
Yo sé el camino para poder hallarte. La muerte me ha mirado caminar por sus valles.
Te supe a media voz con un deseo mágico rozándonos tobillos los secretos más profundos del pecado.
Óyeme ahora: mira en tu soledad una abeja dormida, que elabora en el sueño su miel sin alegría.
Voy con el agua entera llena de pechos vivos y rumores; la mansa, la viajera de los largos temblores, la de los infinitos ruiseñores.
Vuélvete rosa desnuda al carmen rosa del cielo. La forma de mi desvelo frente a tu sonrisa duda.
En este instante puro para mirar la muerte puede mi sombra amiga reconquistar tu frente.
Sobre este muro frío me han dejado con la sombra ceñida a la garganta, donde oprime sus brotes de tormenta un canto vivo hasta quebrarse en ascuas.
Porque hay uno, entre todos uno, glorioso pasto de la llaga. Rey sin ventura. El inocente: el que ha traído la palabra.
Aquí jadeo hasta acabar la sangre clavada en la canción mi lanza triste, hasta que el fruto de su viejo vientre lance al estrago la materna esfinge.
Voy a llorar sin prisa. Voy a llorar hasta olvidar el llanto y lograr la sonrisa.
Al norte un ángel yace amordazado. Al este el llanto ordena sus neblinas. Al sur mi tierno haz de palmas finas, y al oeste mi puerta y mi cuidado.
No puedo cerrar mis puertas ni clausurar mis ventanas: he de salir al camino donde el mundo gira y clama, he de salir al camino a ver la muerte que pasa.
Déjame ver sin ti, falaz amigo, el perfecto color de las tinieblas.
Atrás la tierra, el agua, el fuego, el aire: dejad que diga el pensamiento solo la flor sin cuerpo de mi voz desnuda.
Quisiera abrir mis venas para buscar tus rastros.
Canta la noche en fuga por mi muerte, y el alma sale de mi rostro blanco.
Ahora que oyes tu sangre me has oído.
¿Te has inclinado a veces para tocar la tierra donde el musgo defiende las flores más pequeñas?
La palabra me devora si me aviva el pensamiento, y en callada flor del viento mi antigua canción demora.
Turbada transparencia me dejaste. Porque tu blanca miel labró mis huesos y en limo y hojarasca me encerraste.
Aquella vez se perdieron tus ojos en los míos y yo sin detener el alma logré despedazar a tu tristeza.